Mía
Espero que no sea nada grave. Estaba preocupada con tu retraso. Apenas puedas, llámame o ven a casa. Te extraño mucho. Ven preparado para quedarte. Te amo.
Cuando entro en la casa, están todos reunidos en la sala: mis hermanas, mis padres, Frank y Lara. Se me había olvidado por completo.
—Hola —saludo sin más.
Mi madre es la primera en levantarse. Se ve cada día mejor y ha ganado algo de peso. La abrazo más tiempo de lo acostumbrado; necesito ese abrazo más que nunca. Ella se separa de mí y me mira con preocupación. Todos en la mesa se dan cuenta. Todos. No quiero arruinar la velada y tampoco tengo ganas de comer. Lo único que quiero es morirme.
—Hijo, ¿te encuentras bien?
—No, mamá. No quiero dañar la cena, pero…
—¿Qué pasa? —pregunta mi padre, a punto de tener una crisis de nervios.
—Tenemos que hablar en privado. Ya mismo. Es urgente.
El primero en levantarse es Frank. Agarra a Lara de la mano y se despide de todos.
—No te vayas, Frank. Contigo también tengo que hablar —digo mi