Los guardaespaldas solo observaban lo que sucedía con atención, tenían prohibido involucrarse, la jefa se haría cargo de todo.
—Traes a tus matones para amenazarnos —replicó uno de los hombres levantándose de su asiento —no me impresionas, le soy fiel a Pablo.
—Puedes pensar lo que quieras, no me importa.
Se escucharon los gritos de Pablo en el exterior, la puerta estaba cerrada con llave.
—Abre la puerta, maldita zorra, o voy a golpearte, abre de una vez —exclamó el hombre molesto.
Todos en la sala volvieron a ver a la mujer que estaba sentada tranquilamente en la silla del CEO.
—El jefe está aquí, espero estés preparada —habló uno de los hombres con burla.
Pero eso ni siquiera inmutó a Sofía, quien parecía estar tan tranquila.
—Pueden salir, tengo asunto que arreglar con el imbécil detrás de esa puerta.
El guardaespaldas abrió la puerta, pudo ver a Pablo de pie, mirándola como si quisiera matarla.
Una sonrisa se dibujó en sus labios. Si fuera la mujer del pasado, estaría b