Tras la muerte de su abuelo, Maximiliano debe cumplir con su última voluntad y es casarse con una desconocida. Los motivos los desconoce, no sabe que detrás de ese gesto se esconde un gran secreto de familia que lo golpeara después. El millonario es un hombre trabajador, desilusionado del amor, engañado, traicionado y burlado por la persona que menos esperaba. Decide cumplir con el contrato y al investigar a la chica, se da cuenta que Rachel es madre soltera, es humilde, y tiene a su abuela enferma a la cual deben realizarle una operación a corazón abierto. Por tantos motivos el piensa que no va rechazar la propuesta de estar casado solo 365 días con él. Rachel es una honrada mesera que no tiene el dinero suficiente para costear esa operación, además la pobre chica tiene que llevar sola la carga de los gastos diarios de la casa. Con un tío vividor, además envuelta en un peligro constante y la cirugía de su abuela, esto la lleva aceptar la propuesta del millonario. Rachel piensa que casándose con Maximiliano se solucionan todos sus problemas sin saber que nuevos y más turbios la perseguirán. La idea solo es estar casado por un año donde ella obtendría una herencia, pero las cosas se complican cuando la pasión, la atracción y el deseo el uno por el otro haga desviar los planes que creían tener claro.
Leer másPreparo el desayuno preferido de mi hijo mientras siento que la cabeza, las manos y los pies me duelen demasiado. Estoy demasiado agotada, la noche de ayer en ambos trabajos fue intensa y no pude ni sentarme, como tampoco comer. Llegue a casa tan cansada que lo unico que hice fue tirarme a la cama para dormir solo tres horas.
Esta rutina va acabar conmigo, pero no tengo tiempo para lamentarme, cuando eres madre soltera no puedes darte ese lujo. Para nosotras no existe el cansancio, el hambre o el miedo, por nuestro hijo somos mujeres indestructibles.
Muevo mi cuello, froto mi nuca fatigada, son días largos y agotadores cuando tienes dos trabajos para poder pagar las deudas de la casa, el cuidado de mi hijo, el hospital de mi abuela y sus medicinas.
—Mami—Matías tiene 3 años y es mi mundo entero.
—Mi amor—volteo a verlo—que quiere el rey de mama.
Se rasga los ojos pidiéndome que me acerque para darme un beso en la mejilla.
Sus muestras de cariño lo son todo para mí. Esta conmigo en la cocina, la niñera debe llegar en unos minutos y sentado en su silla especial se queda mientras le preparo el desayuno.
—Waffless mami—me pide.
—¿Con chocolate? —siempre se lo que quiere mi pequeño.
—Chispas mami.
Asiento girándome, tratando de no llorar porque cada vez el dinero es menos. Tengo mucho miedo, angustia de no poder darle lo que necesita, tengo tanto temor de no ser una buena madre para el que me arden los ojos.
Matias me pide nutela cuando ve que le pongo a la mezcla, pero no me gusta que coma mucho chocolate. Esta muy pequeño y no quiero que se me enferme.
Tocan a la puerta, me parece raro ya que la niñera tiene llaves, además todavía no tengo que pagar la renta de la casa. De hecho aun no tengo dinero para eso, no he podido ya que tuve que pagar el hospital de mi abuela y lo que tenía ahorrado, este mes tuve que gastarlo. «Qué difícil es la vida del pobre»
La silla de mi hijo es asegurada y me lamo un dedo untado de cacao mientras me dirijo a la puerta. observo por la mira y el hombre afuera no lo conozco, nunca lo habia visto o me parece conocido. vuelve a tocar, no parece ser mala persona y me cuestiono si abro o no, pero termino haciendolo. Me sorprendo al ver un hombre con un traje a la medida, de cabello negro y sus ojos azules tan profundos como el mar se anclan a mis ojos.
Nunca lo había visto en mi vida lo que me lleva a pensar que posiblemente sea un ladrón o algo asi. Últimamente no se puede confiar en nadie.
Sin embargo, nos quedamos callados mirándonos por mas tiempo de lo debido a los ojos.
—¿Quién eres tu?—le pregunto rompiendo el incómodo momento—señor.
Lo repaso, esta demasiado bien vestido ¿y si de pronto es un abogado que desea que desaloje la casa?
Los latidos se me aceleran porque no tengo para donde irme.
—Discúlpeme—carraspeo—me presento Maximiliano Roussel.
El apellido se me hace conocido, pero miro por encima de su hombro notando a Ivan en compañía de sus hombres. Ese hombre me produce mucho miedo y es una de las razones por las que quiero mudarme de aquí, pero la casa es económica y es lo que puedo pagar por el momento, al menos hasta que mi abuela se recupere.
—¿Roussel?—pienso—creo que he escuchado ese nombre.
—Posiblemente, ya que es el apellido de una de las constructoras más importantes de Francia.
Elevo mis cejas sorprendida, que hace este hombre parado en mi puerta. No lo puedo creer y debe ser una broma de mal gusto.
—¿Y tú eres? —inquiero cruzándome brazos, no me lo creo nada, si dice ser quien es. Frente a mí, está el hombre más rico del país. Y no, yo soy una camarera que no tiene nada que ver con su mundo o círculo social, esto me genera muy mala espina.
—El dueño—me impacta porque lo dice muy seguro y busco algún rastro de mentira en su expresión, pero no es así.
—¿Y qué quiere un sujeto millonario como usted, dueño de un imperio conmigo?
Sigo escéptica. Desconfió de lo que me dice pese a que me mira a los ojos los cuales se ven muy transparentes a la hora de hablarme.
—Tengo que hablar con usted de algo importante señorita.
—Lo siento, pero no creo que usted y yo tengamos algo de qué hablar.
Sigo sin confiar por ello intento cerrar la puerta, pero no me lo permite.
—Oiga—me quejo ya con miedo de que sea un ladrón y si es así, lo único que se podría llevar seria mi mala suerte.
—Rachel lo siento mucho, pero es imperativo que hablemos.
Se pone más serio, su mirada se ancla a la mía y me impresiona demasiado el color de su iris.
—Yo a usted no lo conozco, además me da desconfianza el que sepa donde vivo, además de mi nombre.
eso le genera a cualquiera desconfianza, ademas en el sector donde vivo, es peligroso si no tienes cuidado.
—La mande a investigar—esto se pone peor..
—Eso da miedo—le digo arrugando mi entrecejo.
—Puede ser, pero le juro que no quiere hacerle daño, solo necesito hablar con usted sobre la heren…
Escucho un ruido que me asusta y corro angustiada a la cocina donde deje a mi pequeño. Me reprocho el quedarme por mucho tiempo con ese sujeto y cuando llego, el tarro de nutela se la había caído.
—Mami se callo.
—Mi amor—descanso cuando lo saco de la silla—estas bien.
—Si mami.
Reviso que no tenga nada en el fogón porque lo que menos necesito es un incendio. Vuelvo a la sala, el hombre apuesto a ingresado a la casa y suspiro con mi hijo en mis manos.
Me da la espalda, es un hombre elegante definitivamente, además de muy alto, quedo como un bebe a su lado cuando lo detallo. Me concentro en lo importante, aun me parece muy extraño que el dueño de una constructora, este aquí en mi casa con intenciones de hablar no sé de qué.
—Oye disculpa por dejarte parado en la puerta, pero este diablillo no se puede dejar un segundo solo—le digo consiguiendo que voltee a verme—pero realmente no puedo atenderte, tengo que ir al hospital a visitar a mi abuela, antes de ir a trabajar y tengo el tiempo justo.
—Ya veo—mete las manos en sus bolsillos y no quiero ser descortés. Mira a mi hijo, el ambiente se ha puesto tenso y cambio de tema para relajarnos un poco.
—Te presento a mi hijo Matías—mi mundo entero lo mira—saluda al señor mi amor.
—Hola—dice mi pequeño, es muy educado pero penoso.
—Hola campeón—se porta amable con mi pequeño.
Pero debo proteger lo que me importa y desconfió del hombre, pese a verse buena persona, pero caras vemos y corazones no sabemos.
—Mira, tiempo no tengo para atenderte, así que si me disculpas es mejor que te vayas.
—Rachel en verdad lo que tenemos que hablar es muy importante—mira su reloj y sabe hasta mi nombre, iba a decirle algo sobre eso, pero recuerdo que dijo que me mando a investigar—pero necesito que tengas tiempo, porque no será algo fácil de asimilar.
—Tiempo es lo que no tengo—dejo a mi hijo que pide que lo baje y toma su carrito—soy madre soltera, tengo que organizar la casa, además de ir a visitar al hospital a mi abuela, como también tengo que ir a trabajar a una cafetería y en las noches ir a una discoteca, estoy cansada, de mal humor y no quiero saber lo que tenga para decirme un hombre como tú.
Estoy agotada sinceramente para tener que lidiar con el.
—¿Un hombre como yo? —pregunta,
—Sí, rico, presuntuoso y engreído.
Además de apuesto, pero eso no pienso decirlo, que vergüenza.
—¿Tienes algún problema con las personas millonarias? —al parecer no le gusto que me refiera así de su persona.
—Claro que no, pero por encima de la ropa se te ve lo que eres.
—Escúchame Rachel.
Intenta decir algo, pero sus palabras quedan a medias cuando mi pequeño le ofrece su carrito. Eso no me lo esperaba tampoco.
—Mi hijo a nadie le ofrece nada—el parece petrificado por alguna razón— le caíste muy bien.
—Entiendo—no se mueve
—Mira la verdad estoy muy ocupada—tomo a Matias—no puedo atenderte.
—En verdad, es urgente,
El hombre se ve desesperado dejándome sin alternativas, además ya me dio curiosidad saber qué es eso tan importante que quiere decirme.
—Está bien—suspiro—ya vengo.
—No, espera que…
Me voy con mi hijo, no pienso dejarlo con un desconocido y subo a mi habitación para ponerme el uniforme de trabajo. Ya estoy bañada, solo tengo que recogerme el cabello, pero demoro más de lo habitual queriendo comprobar algo.
Si todavía está esperándome en verdad que es algo importante. Me maquillo, aun me parece increíble que un hombre como el, este aquí en mi humilde casa.
Han pasado 10 minutos, creo que es suficiente y por ello bajo sorprendiéndome porque sigue esperándome.
—Veo que estas aquí, ósea que si es muy urgente lo que supuestamente quieres hablar conmigo—miro mi reloj, haciéndome la importante, pero espero a una persona—la niñera está retrasada, no podré ir a visitar a mi abuela.
Se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en mi abuela.
—No hay problema, yo puedo llevarte con tu abuela, no tengo problema con eso.
Prepone y este hombre es una caja de sorpresas al parecer.
—No quiero molestar—tengo a mi bebe en brazos—pero no tendré mas opción, así que mientras llega, dime que es lo que quieres.
—Mi abuelo falleció hace un mes—eso me apena y me hace doler el pecho cuando tengo a mi abuela muy grave en el hospital. Creo que he sido muy dura con el hombre.
—Lamento mucho tu perdida—digo sinceramente.
—Fue una gran pérdida, porque más que mi abuelo fue mi padre.
Sus palabras se sienten verdaderas y quisiera darle un abrazo, porque se ve que aún está afectado, pero creo que no es lo apropiado.
—¿Perdiste tus padres? —le pregunto
—Sí, desde que era pequeño.
Creo que tenemos algo en común ya que perdí a los míos en un accidente cuando tenía 15 años.
—Yo también—le digo mirando sus ojos bonitos.
—No te desvíes Rachel—asiento—como te decía mi abuelo murió, me dejo el control total de la constructora, pero la perderé si tú no te casas conmigo.
—¿Qué? —me Deja de una sola pieza sus últimas palabras.
—Lo que oíste—se acerca a mí, permitiendo que sienta el perfume intenso que usa—me he presentado ante ti, porque voy a convertirte en mi esposa.
Suelta la bomba que me impacta y me deja en la lona. Este hombre está loco y se escapó del manicomio.
Me siento un poco perdido, como metido en un sueño en que la protagonista es mi esposa la cual esta vestida para matar. Siento que me besa el cuello, me acaricia, me mima subiendo mi temperatura corporal. —Voy a tener que castigarte—la punta de su látigo la deja debajo de mi mentón restándome el habla—niño malo. La reparo sin poder creer lo que tengo al frente acelerándome el corazón. Es una diosa, una jodida Diosa terrenal. —Rachel—apenas pronuncio —¿Qué es todo esto? —Silencio niño—demanda—tienes prohibido hablar.. Carajo, pero que diablos le pasa a esta mujer, es mi Rachel, pero parece metida en otro papel. —Y que si tengo permitido hacer—ya estoy duro con la mirada candente que me dedica—mi fiera. —Ver—dice—podrás ver. Me va a matar esta mujer. —Desátame—le exijo provocando en ella una sonrisa ladina—Rachel —Silencio bebe—su dedos acarician mi rostro con ternura mientras sus ojos me comen. —Rachel Da un paso atrás lanzando un latigazo que me pone arder el pecho y no sol
Observó a la mujer que pide hablar conmigo y aunque no me esperaba su visita por simple amabilidad acepto que hablar con ella. —Kaia dime por favor que es lo que quieres y que sea rápido, realmente no tengo mucho tiempo para ti y lo que sea quieras decirme. —Qué me recibieras ya es más que suficiente Maxi.. Toma asiento frente a mí y es increíble como antes amaba con todas mis fuerzas a esta mujer, y ahora no puedo ni verla. —Maximiliano para ti—anteriormente me podia decir como quisiera, hasta de cariño llego a tratarme como bebe, y se lo permitia porque en verdad que la quieria, pero ahora no. que me trate por mi nombre de pila—Antes adorabas qué te hablara de esa manera —Antes, acabas de decirlo Asiente con una expresión de tristeza que no me hace sentir nada en lo absoluto. —Lamento mucho que ahora me trates así, sabes que por mucho tiempo tuve mucho miedo de tener esta conversación contigo. —Y precisamente tomaste el valor necesario o el que requerías el día de mi matrim
«Dia cuatro» decidimos descansar, a decir verdad, me siento un poco agotada y solo vemos películas dándonos arrumacos que se extienden hasta el amanecer donde tentación y pecado nos vamos juntos al infierno arder. «Dia cinco» disfrutamos de una rica debida en uno de los barrios mas emblemáticos y auténticos que he visto en mi vida. Barrio de plaka es una zona peatonal empedrada completamente con restaurantes a su alrededor. No se te hace raro encontrar mesas en las aceras para que tu decidas a cuál de todas las tiendas que encuentras cada dos pasos quieres ingresar. «Dia seis» sentada en la cama lo veo secarse el cabello con una toalla mientras tiene otra envuelta en su cuerpo cubriendo sus partes íntimas en tanto yo me lamo los labios con ganas de tenerlo a mi lado. —Dame leche. Le pido consiguiendo que se suelte y me alimente poniéndome a degustar su esencia masculina. El vibrador sigue moviéndose dentro de mi en lo que me lamo los labios con las piernas abiertas para el. Me chu
Quedo desnuda en menos de nada cuando rompe la prenda para liberar la polla erecta la cual me quiero meter a la boca. Se me viene encima besándome los labios con ternura, por lo general me toma de las manos para que no lo toque y lentamente voy quitándole la camisa desabrochándolo botón por botón hasta deslizarlo por sus hombros. Su piel esta cliente y me muerdo los labios que suelta para ir por mi cuello. Su polla recae en mi vientre bajo mientras se quita el pantalón y me gira dejándome encima suyo con gran habilidad. Me toco mientras me observa porque me encanta provocarlo y hacerlo morder la manzana. Mis senos, mi coño, hasta mi culo es contemplado por mi, antes de ir por la polla dura que recae en su abdomen. Palpita entre mis manos y estoy tan húmeda que lentamente voy bajando por su polla mientras siendo como poco a poco me va expandiendo con su grosor. Me brinda un placer tan indescriptible que nada mas es tenerlo a dentro para sentir que estallo. —Tranquila—siento que me
La monto al auto el cual conduzco yo alejándola de tanta mierda y pido la pent-house de uno los hoteles de la familia. Abrazo a la mujer que tengo al lado y no es perfecta ella, es mucho más que eso, es única, un ángel caído que fácilmente te lleva al cielo o te consume en su infierno.Le ofrezco la mano para ayudarla a bajar del auto y nos tomamos la recepción la cual pasamos directo al ascensor donde la beso llevándola contra la pared. Las personas se quedan en el lobby y apenas se abre las puertas la cargo en mis brazos para hacer las cosas como debían ser.—¿Que haces Max? —sonríe abrazándome—no tienes que hacerlo.—Pero yo quiero hacerlo.No pesa nada cuando la alzo, es una pluma para mí y camino con ella llevándola a la alcoba mientras me le como la boca. la arrojo a cama llena de flores yéndome encima pero ágilmente se me escapa bajándose rápidamente por un lado.—Ven aquí bonita—ni tiempo a que viera la sorpresa le di, la deseo con desesperación porque hace un mes no sé lo que
Siento que el aire a mi alrededor desaparece al ver el rostro de Kaia frente a nosotros. ¿Que hace aquí? No entiendo como ingreso y como supo que hoy precisamente me estaría casando. Aun no salgo de mi asombro, y la mano de Rachel que aprieta la mía me espabila. —¿Pero que hace esta mujer aquí? Exclama mi abuela que sostiene la mano de Matías. Miró a Rachel que está pálida y él padre espera algún movimiento de mi parte. El primero en reaccionar es Benjamín, seguido de mi hermano y por último es Alfred. —¿Quien es ella Maximiliano? Pregunta Rachel pero apenas observó a la pelirroja la cual no se deja sacar. —Kaia—logró decir —mi ex. Dejó en el altar a Rachel yendo a su encuentro —Hijo—llama el padre. —Un momento padre, resuelvo este inconveniente, pero la ceremonia continua. El rostro de Rachel expresa una total preocupación y me acerco a mi abuela para darle un beso en la sien y llegar hasta Kaia la cual no se deja tocar el insistiendo en que necesita hablar conmigo.
Último capítulo