Observo el golpe en el espejo, es demasiado notorio, ayer no estaba así, pero ha tomado una coloración oscura, morada y cuando me toco, siseo porque me duele. Es un animal, no pensé que llegara tan lejos.
El idiota me abofeteo demasiado duro. Me limpio las lágrimas recordando y nunca había vivido una situación como esa. Fue espantosa, pensé que de verdad sucedería, y agradezco sacar fuerzas no se de dónde, pero no me deje.
Ya me duché y ahora solo intento cubrirme el golpe porque ya que no iré al restaurante, quiero visitar a mi abuelita. Si me ve así hará preguntas que no quiero responder, y menos quiero alterarla.
—Mamá, hambre.
Mi mundo pequeño me habla rascándose los ojos y dejo lo que estoy haciendo para ir por él. Lo cargo dándole besos, mientras salgo de la habitación directo a la cocina.
Ya la niñera se ha ido y me encargo de mi hijo hasta la noche que tengo esa reunión con Maximiliano.
—¿Qué quieres para desayunar mi amor?
Le pregunto bajando las escaleras.
—Wafless.
—¿C