RACHAEL

A lo largo de mi vida he recibido varios impactos. Es triste cuando Dios te elige como un guerrero y la vida de golpea una y otra vez. El primero fue con la muerte de mis padres, tenía solo 16 años cuando un auto los choco perdiendo la vida mis padres y la pareja del otro auto.

El siguiente fue cuando mi profesor de administración de empresas con el cual tuve una aventura estando completamente enamorada me dejo cuando le dije que quede embarazada.

El cáncer de mi abuela, la perdida de una mis amigas, y ahora esto, el tener a este sujeto parado frente a mí, diciéndome que va a convertirme en su esposa.

Lo peor de todo es que se ve muy seguro de lo que dice y sus ojos azules como el cielo más despajado me observan profundamente, dejando claro que no está bromeando.

Miro a todos lados, esto debe ser una cámara escondida y sonrió cubriéndome la boca con mi hijo en mis manos.

—¿Qué te causa risa? —pregunta con una actitud muy seria.

—Tu—respondo seca—si esto es una broma es de muy mal gusto y si te prestaste para las estupideces de Alondra, voy a castrarte.

Arruga su entrecejo. Es un hombre alto de casi dos metros, usa traje a la medida y es muy intimidantes con esa altura. Sus ojos azules son hermosos y el color de su cabello es igual al de sus cejas negras pobladas. Tiene los labios gruesos, piel marfileña que le da un aspecto de hombre serio e inteligente.

—No sé de lo que hablas y no soy el tipo de hombre que se presta para juegos absurdos—me dice con un tono áspero—escucha Rachel, realmente esta es una situación no muy buena para mí, pero necesito que entiendas que de ti depende que muchas personas económicamente estables, pierdan su trabajo.

Aun no asimilo todo lo que me dice, sinceramente me cuesta procesar la información. No todos los días un hombre apuesto, bien vestido y hablado venga a tu casa y te diga. «vas a casarte conmigo»

Trato de calmarme, para pensar correctamente. Dejo a mi mundo en el piso entregándole el avión. Siento que las piernas me fallan y tomo asiento en el mueble mirando a Maximiliano que no muestra expresión alguna y parece ser el tipo de hombre que no se ríe para nada.

Si no tuviera esa actitud de m****a y esa seriedad en su rostro, las cosas serían más sencillas.

—¿Porque yo? —es lo único que se me ocurre preguntar en medio de toda esta confusión.

—Mi abuelo al morir así lo quiso, porque, no lo sé sinceramente, simplemente en su testamento me dejo a mi como dueño absoluto de la constructora, sin embargo, dispuso ese pequeño detalle el cual debo cumplir, tienes que ser tu mi esposa, además de recibir una fuerte cantidad de dinero porque también te dejo una herencia la cual puedes reclamar en el momento que te unas a mí y por un año seas mía.

Paso saliva con esa última palabra. Ahora quien mira su reloj es el.

—¿Herencia? —digo con un hilo de voz.

—Sí, herencia, una fuerte cantidad de dinero que te sacaría de aprietos y si sabes administrar, podrías vivir tranquilamente hasta tu vejez y darle un mejor futuro a tu hijo, además de comprarle los medicamentos a tu abuela.

Me deja sin signos de inteligencia todo lo que me dice.

—Tengo que irme—mete la mano en su bolsillo sacando una tarjeta que me ofrece y con manos temblorosas la tomo—si quieres tener más detalles llámame, porque no solo de ti dependo, tu también tienes mucho que ganar si aceptas casarte conmigo.

Se dirige a la salida dejándome en el sillón. Pero Matías se apresura a alcanzarlo antes de que se vaya.

—Mi amor espera.

Lleva su carrito, el que más le gusta y logra llegar hasta el, agarrándose de su pie..

—Pero qué demonios—exclama el millonario abriendo la puerta.

Maximiliano mira a mi hijo que le ofrece su carrito.

—No, no lo quiero, es tuyo niño.

Le dice mirándolo.

—Carrito—me muerdo el labio con la escena, es demasiado tierna.

Tomo a mi pequeño que esta agarrado de su pierna y continúa extendiéndole el carrito.

—Solo quiere tener un gesto contigo, pero si no lo quieres no estás obligado.

Le digo porque al parecer los niños no son de su agrado.

—Carrito—insiste mi hijo, el millonario suelta el aire aceptando el detalle.

—Gracias niño.

Me mira apretujándome la boca del estómago. Nos quedamos mirando por largo tiempo, los latidos del corazón se me descontrolan y no sé cómo pararme con la intensidad de sus ojos.  

—Hola buenos días.

Interrumpe la niñera.

—Buenos días—saluda el millonario—espero tu llamada y que sea pronto, esto es de vida y muerte.

Pasa por el lado de Charlotte, la niñera y amiga.

—¿Quién ese hombre tan apuesto amiga? —sacudo mi cabeza, no tengo tiempo para eso ahora mismo.

—Charlotte, tarde otra vez—me quejo—ven, entra que estoy muy retrasada.

El auto último modelo arranca y yo me adentro con mi amiga, entregándole a mi hijo.

—¿Dime quien era ese hombre?

Como responderle, cuando apenas estoy procesando toda esta información.

—Después te digo, tengo que pasar por el hospital a visitar a mi abuela.

Busco mis pertenencias.

—-¿Y cómo sigue? —eso me arruga el corazón.

—No muy bien.

Eso me entristece mucho porque no sé qué voy a ser sin ella. Sin apoyo de nadie las cosas se me hacen difíciles.

Intento irme, pero mi tío Lorenzo llega de visita y al parecer es el día de las visitas inesperadas.

—¿Qué quieres Lorenzo? —no tenemos buena relación.

—Esa no es la manera de recibir a tu tío—observa la sala, con un movimiento de mi cabeza le digo a la niñera que se lleve a mi hijo. No me gusta que lo vea.

—No tengo tiempo Lorenzo, tengo que ir a visitar a mi abuela.

—Eso a mí no me importa—es un desgraciado—supongo que vinieron a visitarte—arrugo mi entrecejo cuando me cruzo de brazos.

—¿Cómo sabes eso? —no me da buena espina.

Lorenzo es un vividor, lo único que hace es perder dinero en sus negocios estúpidos. Recuerdo bien como estafo a mi abuela, diciendo que le prestara el dinero, que en un mes lo devolvía y de eso ya van dos años.

—No importa—se acerca y me quedo quieta—espero que aceptes casarte con ese millonario, porque es nuestra salida de la pobreza.

—De que hablas Lorenzo, yo no pienso casarme con nadie.

—No seas estúpida—me toma del brazo sacudiéndome de una forma que me duele—date cuenta que casándote se te arregla la vida, y no solo a ti, a mi también, así que espero que aceptes.

—Suéltame y vete de mi casa, que yo no me voy a vender por dinero tío—es un descarado—y si piensas que conmigo conseguirás dinero para que gastes en los casinos y negocios sucios, estas muy equivocado, soy una mujer trabajadora.

Se ríe de mí y vuelve a tomarme del brazo.

—No te vas a vender por dinero, yo ya te vendí—sus palabras me hacen doler el alma—no me mires así, que no eres un ángel, tienes un hijo que mantener y tu abuela, no seas estúpida que acabo de solucionarte la puta vida.

Es increíble que hiciera eso, me decepciona tanto que los ojos me arden.

—¿Como que me vendiste tío? —se encoje de hombros—eres un monstruo.

—Lo único que debes saber es que tienes que aceptar ese matrimonio y punto, porque si no, hablare con el dueño de la casa para que te eche a la calle.

—No me amenaces—digo con mis dientes apretados.

—Entonces se inteligente por una vez en tu vida, que ya bastante errores cometiste al traer ese bastardo a la vida…

Estampo mi mano en su rostro, no tiene ningún derecho a decirle así a mi hijo.

—Con Matías no te metas—me hierve la sangre, mientras él se acaricia la mejilla—y lárgate de aquí Lorenzo, no te quiero ver.

—Acepta ese matrimonio o vas a saber de mí.

Aprieto mis manos en puños, se larga y respiro profundo tratando de controlar mis latidos. Es un desgraciado, no entiendo como es hermano de mi padre.

Dejo el incómodo momento a un lado, Le doy un beso a mi hijo saliendo a las carreras de la casa. Miro mi reloj, el paradero del bus está a dos cuadras y tengo que llegar a tiempo.

Voy por la acera y un auto despacio anda a mi lado.

—Rachel, si quieres te llevo.

—No Ivan muchas gracias, para eso tengo pies.

Este sujeto no deja de molestarme, hace cosas raras todo el tiempo, sus negocios son ilícitos y lo único que hace es pretenderme, insistir cuando le he dejado claro que no quiero nada con él.

—Cuando vas a darme una oportunidad Rachel, tu vida cambiaria.

Bufo siguiendo mi camino y aumentando la velocidad de mis pasos.

—Muchas gracias, pero no me interesa—le respondo—sabes bien que tu no me interesas para nada.

El amigo que lo acompaña se ríe de mis palabras mientras yo rezo que se largue de una vez y me deja tranquila.

—Un día de estos me voy a cansarme de tus desprecios y no seré tan amable, si no que voy a tomar lo quiero así sea a la fuerza

Arranca a toda velocidad y su amenaza me late en la sien. Logro tomar el transporte que me deja frente al hospital central donde está mi abuela internada.

No dejo de pensar en las palabras de ese hombre. Herencia, aun no puedo creer por qué ese señor, su abuelo me deja una herencia a mí que soy una desconocida.

Además, está demasiado loco eso de casarme con su nieto, ósea, en qué mundo vive ese señor. Entro hablar con el doctor que tiene el caso de mi abuela a su oficina el cual espero me tenga buenas noticias.

—Lamentablemente tu abuela no está respondiendo al tratamiento y debemos hacerle una cirugía a corazón abierto.

Eso me saca las lágrimas y más cuando me dice que el seguro médico no cubre esa operación. El costo medico es elevado y si apenas tengo para comprarle los medicamentos, no sé qué voy hacer para costearle una cirugía de ese costo.

—Cuáles son los riesgos doctor—me limpio las lágrimas con el pañito que me ofrece.

—Los riesgos incluyen sangrado o llamado hemorragia, Puede haber infecciones del sitio de la herida quirúrgica. En algunas ocasiones existen arritmias cardiacas. En pacientes de mayor edad; existe un mayor riesgo de infarto cerebral.

Me da dolor de cabeza todo lo que me dice, sin embargo, no tengo más opción que buscar la plata donde sea para poder pagarle esa cirugía.

—Sé que es difícil para ti, pero si al menos das la mitad del dinero de la cirugía, el resto puedes pagarlo por cuotas, pero con esta cirugía si todo sale bien, tu abuela aumentaría las expectativas de vida, ya que sin la cirugía solo le quedan un año o menos.

Me duele el corazón porque después de perder a mis padres a edad de 15 años mi abuela si hizo cargo de mí. Por ella pude realizar dos semestres de administración hasta que salí embarazada, aun así, Antonieta me apoyo, pero esta enfermedad la envolvió deteriorándola cada vez mas.

Como no voy hacer hasta lo imposible por ella, cuando ha sido abuela, padre y madre para mí.

—Vere que puedo hacer, gracias doctor.

Le doy la mano para salir de su consultorio con el corazón vuelto nada. Camino por el pasillo con las emociones revolucionadas y respiro profundo antes de ingresar a su habitación.

—Abuela—le sonrió, por muy mal que estén las cosas, siempre tengo una sonrisa para ella, igual que ella para mí—como sigue la abuela más linda del mundo.

—Hija—esta acostada con muchos aparatos a su alrededor. Quiere sentarse y me apresuro ayudarla—que bueno verte hija—llora desgarrándome por dentro—mi niño, como esta.

—Te extraña mucho abu—le beso la cara muchas veces—por eso debes recuperarte porque Matias y yo te amamos y queremos mucho.

—Qué más quisiera yo mi amor, pero le exigí al doctor decirme que tengo y esa operación no podemos costearla, yo quiero irme para la casa y morir tranquila, al lado de ustedes que son lo único que me queda…

Se le sale las lágrimas y a mi tambien.

—Por favor Rechel, es mi voluntad hija, llévame a casa.

Niego abrazándola, ella y Matias es lo único que me queda y no puedo dejarla morir sin antes luchar, ella, mi abuela no me enseñó a rendirme y así tenga que venderle el alma al diablo, consigo para su operación.

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