UNA ESPOSA PARA EL MILLONARIO
UNA ESPOSA PARA EL MILLONARIO
Por: QUEEN DE VIL
RACHAEL

Preparo el desayuno preferido de mi hijo mientras siento que la cabeza, las manos y los pies me duelen demasiado. Estoy demasiado agotada, la noche de ayer en ambos trabajos fue intensa y no pude ni sentarme, como tampoco comer. Llegue a casa tan cansada que lo unico que hice fue tirarme a la cama para dormir solo tres horas.

Esta rutina va acabar conmigo, pero no tengo tiempo para lamentarme, cuando eres madre soltera no puedes darte ese lujo.  Para nosotras no existe el cansancio, el hambre o el miedo, por nuestro hijo somos mujeres indestructibles.

Muevo mi cuello, froto mi nuca fatigada, son días largos y agotadores cuando tienes dos trabajos para poder pagar las deudas de la casa, el cuidado de mi hijo, el hospital de mi abuela y sus medicinas.

—Mami—Matías tiene 3 años y es mi mundo entero.

—Mi amor—volteo a verlo—que quiere el rey de mama.

Se rasga los ojos pidiéndome que me acerque para darme un beso en la mejilla.

Sus muestras de cariño lo son todo para mí. Esta conmigo en la cocina, la niñera debe llegar en unos minutos y sentado en su silla especial se queda mientras le preparo el desayuno.

—Waffless mami—me pide.

—¿Con chocolate? —siempre se lo que quiere mi pequeño.

—Chispas mami.

Asiento girándome, tratando de no llorar porque cada vez el dinero es menos. Tengo mucho miedo, angustia de no poder darle lo que necesita, tengo tanto temor de no ser una buena madre para el que me arden los ojos.

Matias me pide nutela cuando ve que le pongo a la mezcla, pero no me gusta que coma mucho chocolate. Esta muy pequeño y no quiero que se me enferme.

Tocan a la puerta, me parece raro ya que la niñera tiene llaves, además todavía no tengo que pagar la renta de la casa. De hecho aun no tengo dinero para eso, no he podido ya que tuve que pagar el hospital de mi abuela y lo que tenía ahorrado, este mes tuve que gastarlo. «Qué difícil es la vida del pobre»

La silla de mi hijo es asegurada y me lamo un dedo untado de cacao mientras me dirijo a la puerta. observo por la mira y el hombre afuera no lo conozco, nunca lo habia visto o me parece conocido. vuelve a tocar, no parece ser mala persona y me cuestiono si abro o no, pero termino haciendolo. Me sorprendo al ver un hombre con un traje a la medida, de cabello negro y sus ojos azules tan profundos como el mar se anclan a mis ojos.

Nunca lo había visto en mi vida lo que me lleva a pensar que posiblemente sea un ladrón o algo asi. Últimamente no se puede confiar en nadie.

Sin embargo, nos quedamos callados mirándonos por mas tiempo de lo debido a los ojos.

—¿Quién eres tu?—le pregunto rompiendo el incómodo momento—señor.

Lo repaso, esta demasiado bien vestido ¿y si de pronto es un abogado que desea que desaloje la casa?

Los latidos se me aceleran porque no tengo para donde irme.

—Discúlpeme—carraspeo—me presento Maximiliano Roussel.

El apellido se me hace conocido, pero miro por encima de su hombro notando a Ivan en compañía de sus hombres. Ese hombre me produce mucho miedo y es una de las razones por las que quiero mudarme de aquí, pero la casa es económica y es lo que puedo pagar por el momento, al menos hasta que mi abuela se recupere.

—¿Roussel?—pienso—creo que he escuchado ese nombre.

—Posiblemente, ya que es el apellido de una de las constructoras más importantes de Francia.

Elevo mis cejas sorprendida, que hace este hombre parado en mi puerta. No lo puedo creer y debe ser una broma de mal gusto.

—¿Y tú eres? —inquiero cruzándome brazos, no me lo creo nada, si dice ser quien es. Frente a mí, está el hombre más rico del país. Y no, yo soy una camarera que no tiene nada que ver con su mundo o círculo social, esto me genera muy mala espina.

—El dueño—me impacta porque lo dice muy seguro y busco algún rastro de mentira en su expresión, pero no es así.

—¿Y qué quiere un sujeto millonario como usted, dueño de un imperio conmigo?

Sigo escéptica. Desconfió de lo que me dice pese a que me mira a los ojos los cuales se ven muy transparentes a la hora de hablarme.

—Tengo que hablar con usted de algo importante señorita.

—Lo siento, pero no creo que usted y yo tengamos algo de qué hablar.

Sigo sin confiar por ello intento cerrar la puerta, pero no me lo permite.

—Oiga—me quejo ya con miedo de que sea un ladrón y si es así, lo único que se podría llevar seria mi mala suerte.

—Rachel lo siento mucho, pero es imperativo que hablemos.

Se pone más serio, su mirada se ancla a la mía y me impresiona demasiado el color de su iris.

—Yo a usted no lo conozco, además me da desconfianza el que sepa donde vivo, además de mi nombre.

eso le genera a cualquiera desconfianza, ademas en el sector donde vivo, es peligroso si no tienes cuidado.

—La mande a investigar—esto se pone peor..

—Eso da miedo—le digo arrugando mi entrecejo.

—Puede ser, pero le juro que no quiere hacerle daño, solo necesito hablar con usted sobre la heren…

Escucho un ruido que me asusta y corro angustiada a la cocina donde deje a mi pequeño. Me reprocho el quedarme por mucho tiempo con ese sujeto y cuando llego, el tarro de nutela se la había caído.

—Mami se callo.

—Mi amor—descanso cuando lo saco de la silla—estas bien.

—Si mami.

Reviso que no tenga nada en el fogón porque lo que menos necesito es un incendio. Vuelvo a la sala, el hombre apuesto a ingresado a la casa y suspiro con mi hijo en mis manos.

Me da la espalda, es un hombre elegante definitivamente, además de muy alto, quedo como un bebe a su lado cuando lo detallo. Me concentro en lo importante, aun me parece muy extraño que el dueño de una constructora, este aquí en mi casa con intenciones de hablar no sé de qué.

—Oye disculpa por dejarte parado en la puerta, pero este diablillo no se puede dejar un segundo solo—le digo consiguiendo que voltee a verme—pero realmente no puedo atenderte, tengo que ir al hospital a visitar a mi abuela, antes de ir a trabajar y tengo el tiempo justo.

—Ya veo—mete las manos en sus bolsillos y no quiero ser descortés. Mira a mi hijo, el ambiente se ha puesto tenso y cambio de tema para relajarnos un poco.

—Te presento a mi hijo Matías—mi mundo entero lo mira—saluda al señor mi amor.

—Hola—dice mi pequeño, es muy educado pero penoso.

—Hola campeón—se porta amable con mi pequeño.

Pero debo proteger lo que me importa y desconfió del hombre, pese a verse buena persona, pero caras vemos y corazones no sabemos.

—Mira, tiempo no tengo para atenderte, así que si me disculpas es mejor que te vayas.

—Rachel en verdad lo que tenemos que hablar es muy importante—mira su reloj y sabe hasta mi nombre, iba a decirle algo sobre eso, pero recuerdo que dijo que me mando a investigar—pero necesito que tengas tiempo, porque no será algo fácil de asimilar.

—Tiempo es lo que no tengo—dejo a mi hijo que pide que lo baje y toma su carrito—soy madre soltera, tengo que organizar la casa, además de ir a visitar al hospital a mi abuela, como también tengo que ir a trabajar a una cafetería y en las noches ir a una discoteca, estoy cansada, de mal humor y no quiero saber lo que tenga para decirme un hombre como tú.

Estoy agotada sinceramente para tener que lidiar con el.

—¿Un hombre como yo? —pregunta,

—Sí, rico, presuntuoso y engreído.

Además de apuesto, pero eso no pienso decirlo, que vergüenza.

—¿Tienes algún problema con las personas millonarias? —al parecer no le gusto que me refiera así de su persona.

—Claro que no, pero por encima de la ropa se te ve lo que eres.

—Escúchame Rachel.

Intenta decir algo, pero sus palabras quedan a medias cuando mi pequeño le ofrece su carrito. Eso no me lo esperaba tampoco.

—Mi hijo a nadie le ofrece nada—el parece petrificado por alguna razón— le caíste muy bien.

—Entiendo—no se mueve

—Mira la verdad estoy muy ocupada—tomo a Matias—no puedo atenderte.

—En verdad, es urgente,

El hombre se ve desesperado dejándome sin alternativas, además ya me dio curiosidad saber qué es eso tan importante que quiere decirme.

—Está bien—suspiro—ya vengo.

—No, espera que…

Me voy con mi hijo, no pienso dejarlo con un desconocido y subo a mi habitación para ponerme el uniforme de trabajo. Ya estoy bañada, solo tengo que recogerme el cabello, pero demoro más de lo habitual queriendo comprobar algo.

Si todavía está esperándome en verdad que es algo importante. Me maquillo, aun me parece increíble que un hombre como el, este aquí en mi humilde casa.

Han pasado 10 minutos, creo que es suficiente y por ello bajo sorprendiéndome porque sigue esperándome.

—Veo que estas aquí, ósea que si es muy urgente lo que supuestamente quieres hablar conmigo—miro mi reloj, haciéndome la importante, pero espero a una persona—la niñera está retrasada, no podré ir a visitar a mi abuela.

Se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en mi abuela.

—No hay problema, yo puedo llevarte con tu abuela, no tengo problema con eso.

Prepone y este hombre es una caja de sorpresas al parecer.

—No quiero molestar—tengo a mi bebe en brazos—pero no tendré mas opción, así que mientras llega, dime que es lo que quieres.

—Mi abuelo falleció hace un mes—eso me apena y me hace doler el pecho cuando tengo a mi abuela muy grave en el hospital. Creo que he sido muy dura con el hombre.

—Lamento mucho tu perdida—digo sinceramente.

—Fue una gran pérdida, porque más que mi abuelo fue mi padre.

Sus palabras se sienten verdaderas y quisiera darle un abrazo, porque se ve que aún está afectado, pero creo que no es lo apropiado.

—¿Perdiste tus padres? —le pregunto

—Sí, desde que era pequeño.

Creo que tenemos algo en común ya que perdí a los míos en un accidente cuando tenía 15 años.

—Yo también—le digo mirando sus ojos bonitos.

—No te desvíes Rachel—asiento—como te decía mi abuelo murió, me dejo el control total de la constructora, pero la perderé si tú no te casas conmigo.

—¿Qué? —me Deja de una sola pieza sus últimas palabras.

—Lo que oíste—se acerca a mí, permitiendo que sienta el perfume intenso que usa—me he presentado ante ti, porque voy a convertirte en mi esposa.

Suelta la bomba que me impacta y me deja en la lona. Este hombre está loco y se escapó del manicomio.

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