Fingiendo que me amas

—y tú jamás tendrás a una mujer que se entregue en cuerpo y alma, quiero más Miguel, ya no siento dolor, quiero que acabes conmigo si es la última vez, hazlo como un salvaje, hazlo con pasión fingiendo que me amas— Dulce María lo dijo seguidamente, con su respiración agitada

—tus deseos son órdenes

Luego de esa corta conversación, la pareja de amigos se entrega sin límites, ni siquiera hubo más palabras, solo gemidos seguidos, rasguños, azotes, nalgadas, bofetadas, besos con lengua, estocadas intensas, suaves y matadoras.

Ambos se quedaron dormidos, luego de tremenda maratón que se dieron, y lo mareados que estaban por el whisky, el sueño los venció.

Al salir el sol, el celular de Miguel empieza a vibrar, causando molestia en Dulce, porque la vibración es fuerte y el móvil está al lado de ella.

De paso su cabeza le duele y su cuerpo... Es como si un camión le hubiera pasado por encima, literal, Miguel la destrozó. Lo más difícil para ella fue abrir sus ojos y encontrarse con el ro
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