El silencio en la habitación era tan denso que parecía absorber cada respiración. Valeria se mantenía firme frente a Marco, aunque por dentro sentía el peso de cada mirada clavada en ella. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, pero no podía retroceder ahora.
Marco dio un paso hacia ella, su sonrisa burlona intacta.
—Bien, abogada. Si quieres negociar conmigo, tendrás que demostrar que eres tan lista como dices. —Su tono era ligero, casi divertido, pero sus ojos oscuros estaban llenos de amenaza—. Te haré una pregunta. Si la respondes correctamente, dejaré ir a tu hermano. Pero si fallas… bueno, digamos que las cosas se pondrán interesantes.
Leonardo dio un paso adelante, su expresión una mezcla de furia y preocupación.
—Esto es una pérdida de tiempo, Marco. Si quieres negociar, negocia conmigo. Ella no tiene nada que ver con esto.
Marco levantó una mano, deteniéndolo.
—Tranquilo, Moretti. Tu pequeña abogada fue quien quiso intervenir. Ahora, déjala jugar. —Se giró hacia V