Ella, una joven brillante pero con un pasado oscuro, trabaja como abogada en una prestigiosa firma de Nueva York. Su vida es tranquila, casi monótona, hasta que un caso la pone en el radar de Él, un CEO multimillonario cuya fortuna está manchada por negocios turbios y conexiones con la mafia. Él es un hombre frío, calculador y obsesivo, pero también un estratega nato en el juego del poder. Cuando sus caminos se cruzan, surge una atracción explosiva, pero también peligrosa. Él no solo la desea, sino que la necesita para limpiar su imagen y protegerse de un enemigo que acecha desde las sombras. Sin embargo, lo que comienza como un "juego de amor" lleno de manipulaciones y estrategias, pronto se convierte en algo mucho más profundo y complicado. Ella, que juró nunca volver a confiar en alguien como él, se ve atrapada entre su corazón y su instinto de supervivencia. Él, acostumbrado a tenerlo todo bajo control, descubre que su mayor debilidad es ella.
Leer másEl eco de los tacones resonaba en el mármol pulido de la sala del tribunal. Cada paso de Valeria Cruz desprendía una seguridad que no sentía del todo, pero que había aprendido a proyectar a la perfección. Su cabello castaño caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos oscuros, afilados como cuchillas, escudriñaban cada rincón de la sala mientras se dirigía a su lugar. Era su primer caso grande desde que había sido promovida a abogada principal en la firma Stern & Asociados, y no podía permitirse fallar.
Frente a ella estaba el abogado contrario, un hombre de mirada arrogante y sonrisa sardónica, que llevaba días intentando intimidarla con tecnicismos legales y comentarios condescendientes. Pero Valeria no era fácil de quebrar. Había sobrevivido a cosas mucho peores que un abogado egocéntrico. Mientras revisaba sus notas, sintió una presencia. No supo decir por qué, pero algo en el aire cambió, como si alguien la estuviera observando con demasiada intensidad.
Desde el fondo de la sala, Leonardo Moretti, el CEO multimillonario y dueño de Moretti Enterprises, observaba cada movimiento de Valeria con un interés que ni él mismo entendía del todo. Había venido a esa audiencia por un asunto menor relacionado con una de sus empresas subsidiarias, pero lo que encontró fue algo mucho más interesante. Desde el momento en que ella entró en la sala, con esa mezcla de determinación y vulnerabilidad, algo en él se agitó. Leonardo no solía prestar atención a nadie más que a sí mismo, pero Valeria tenía algo que lo inquietaba. Quizás era la forma en que parecía estar lista para enfrentarse al mundo, o tal vez era la chispa en sus ojos que prometía que no se dejaría doblegar fácilmente.
Valeria no sabía quién era él, al menos no todavía. Si hubiera sabido que el hombre sentado en las sombras, con un traje impecable y una mirada tan intensa que parecía perforar su alma, era el infame Leonardo Moretti, probablemente habría sentido un escalofrío. Pero en ese momento, estaba demasiado concentrada en ganar su caso como para preocuparse por las miradas furtivas de un desconocido.
—Señoría, con el debido respeto, mi cliente no puede ser responsabilizado por las acciones de un contratista independiente —dijo Valeria, su voz firme y clara. Dio un paso adelante, sosteniendo un documento en alto—. Aquí está el contrato que prueba que la empresa de mi cliente no tenía control sobre las decisiones operativas del contratista.
El juez asintió, revisando el documento mientras el abogado contrario fruncía el ceño, claramente irritado. Valeria sintió una pequeña oleada de satisfacción, pero no dejó que se reflejara en su rostro. Sabía que la batalla aún no había terminado.
Desde su asiento, Leonardo sonrió ligeramente. Había visto a muchos abogados en acción, pero pocos tenían la habilidad de Valeria para mantener la compostura bajo presión. Ella no solo era inteligente, sino que también tenía una fuerza interna que la hacía destacar. Era como un diamante en bruto, y Leonardo no podía apartar la vista.
La audiencia terminó con una victoria para Valeria. Aunque el juez no dictó un fallo definitivo, dejó claro que las pruebas presentadas por ella eran contundentes y que el caso probablemente sería desestimado en la próxima sesión. Valeria salió de la sala con la cabeza en alto, pero por dentro sentía una mezcla de alivio y agotamiento. Necesitaba un café, o tal vez algo más fuerte.
Mientras caminaba hacia la salida, sintió nuevamente esa extraña sensación de ser observada. Giró la cabeza ligeramente y vio a un hombre alto, de cabello oscuro y mandíbula cincelada, que la miraba desde el otro lado del pasillo. Su traje negro parecía hecho a medida, y había algo en su postura, relajada pero imponente, que la hizo detenerse por un segundo. Sus ojos se encontraron, y Valeria sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No era miedo exactamente, pero había algo en él que la ponía en guardia.
Leonardo dio un paso hacia ella, pero antes de que pudiera decir algo, el teléfono de Valeria sonó. Ella desvió la mirada y se apresuró a contestar, agradecida por la distracción.
—¿Sí? —dijo, tratando de sonar calmada mientras se alejaba rápidamente.
Leonardo la observó irse, una sonrisa jugando en sus labios. No estaba acostumbrado a que lo ignoraran, pero eso solo hacía que Valeria le intrigara aún más. Decidió que quería saber más sobre ella, y cuando Leonardo Moretti quería algo, no solía detenerse hasta conseguirlo.
Esa noche, Valeria estaba sentada en su pequeño apartamento, rodeada de papeles y con una taza de té frío a su lado. Había logrado cerrar el caso del día, pero ahora tenía que prepararse para otra reunión importante. Su vida era un constante ir y venir entre tribunales y montañas de trabajo, y aunque a veces deseaba un poco más de emoción, sabía que no podía permitirse distracciones.
Sin embargo, el recuerdo del hombre en el pasillo seguía rondando su mente. Había algo en su mirada que la había inquietado, como si él supiera algo sobre ella que ella misma desconocía. Sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos. No tenía tiempo para misterios ni para hombres atractivos con aires de peligro.
Mientras tanto, Leonardo estaba sentado en su oficina, con una copa de whisky en la mano y una carpeta abierta frente a él. Había pedido a su asistente personal que investigara a Valeria Cruz, y lo que encontró fue fascinante. Su historial académico era impecable, y su carrera como abogada estaba en ascenso. Pero lo que más le llamó la atención fue un detalle enterrado en su pasado: un incidente relacionado con la mafia que había ocurrido cuando ella era adolescente. No había muchos detalles, pero era suficiente para despertar la curiosidad de Leonardo.
—Interesante... —murmuró, pasando los dedos por el borde de la copa. Sabía que Valeria no era como las mujeres que solían rodearlo. Ella no se dejaría impresionar fácilmente por su dinero o su poder, pero eso solo hacía que el desafío fuera más emocionante. Además, había algo más en ella, algo que él no podía identificar del todo, pero que lo atraía de una manera que no había sentido en mucho tiempo.
Leonardo tomó una decisión en ese momento. No solo quería conocer a Valeria, quería que ella fuera parte de su mundo. Pero para lograrlo, tendría que jugar sus cartas con cuidado. Valeria no era una mujer que se dejara dominar fácilmente, y él tendría que ganarse su confianza antes de poder reclamarla como suya.
Al día siguiente, Valeria recibió una invitación inesperada. Era para un evento exclusivo organizado por Moretti Enterprises, una gala benéfica que reunía a la élite de la ciudad. No tenía idea de por qué había sido invitada, pero el nombre "Moretti" hizo que un escalofrío recorriera su espalda. Algo le decía que aceptar esa invitación cambiaría su vida para siempre.
Vyan la miró, observando cómo Valeria luchaba por mantener la calma. Esa lucha le interesaba; si su hermano estaba atraído por ella, quería saber qué era lo que tenía esa abogada que lo mantenía cerca. Con un movimiento ágil, Vyan apagó el cigarro en el florero y se metió las manos en los bolsillos, observándola como si fuera una presa cautiva. Sus ojos se oscurecieron, y Valeria sintió como si su mirada pudiera quemar su piel.—Lo que sea necesario para protegerlo —dijo Vyan, su tono serio—. Pero recuerda, en este mundo, la lealtad es todo.Con esa afirmación, la soltó, dándole la espalda mientras se alejaba. Valeria tomó un momento para recuperar su respiración, tratando de entender lo que acababa de suceder. Vyan era más peligroso que su hermano, y se preguntaba en qué lío se estaba metiendo. Se quedó un largo rato en el balcón, sintiendo el aire fresco en su rostro.Desde su oficina, Leonardo estaba firmando documentos y haciendo llamadas. La puerta fue tocada, y una chica en biki
Valeria miró a su hermano, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta. No tenía respuestas justas para darle, ni para sí misma. Moretti había aparecido de la nada, involucrándose en su vida de una manera que nunca había anticipado. Ahora, no era libre; estaba siendo perseguida por matones, todo porque su hermano había decidido jugar con el fuego de un hacker peligroso.—No lo sé, Samuel, yo misma quisiera saberlo —susurró, suspirando mientras tomaba un sorbo de agua. —Pero te aseguro, como tu hermana, como defensora de la ley, te sacaré de esta.Samuel la miró, su mirada llena de dudas. Las cosas no eran lo que Valeria pensaba. Su hermano no era un chico normal; se había involucrado en algo mucho más oscuro. Mantuvo la cabeza baja, sin levantarla, como si la culpa lo estuviera aplastando.Mientras tanto, en la oficina de Leonardo Moretti, su hermano Vyan entró con una sonrisa traviesa.—Veo que tienes una nueva presa, Loe —dijo, observando a su hermano con curiosidad.Leon
Leonardo se volvió hacia Samuel, su mirada fija y desafiante.—¿Quién realizó el trabajo de decodificación? —preguntó, su voz grave resonando en el aire.Samuel, aún aturdido por el sueño, se encogió de hombros. —El tipo no me dijo su nombre. Solo los demás se referían a él como "J".Leonardo sonrió, una expresión que Valeria encontró inquietante, casi demoníaca. Era como si una parte de él disfrutara de la tensión, del juego de poder que se estaba desarrollando. Valeria sintió una oleada de ira.—¿Cómo puede ser tan frío? —murmuró para sí misma, deseando poder golpearlo.Leonardo no pareció escucharla. En cambio, se volvió hacia Samuel con una seriedad que la hizo contener la respiración. —Debes quedarte en la residencia. No debes salir sin mi permiso.—¿Por qué quieres mantenerlo encerrado? —preguntó Valeria, su voz alzándose, llena de indignación.—No está encerrado —respondió Leonardo, su tono firme—. Es libre de ir donde quiera dentro de la residencia. Además, ¿qué necesitará all
__ Esto es más grande de lo que imaginas. Marco De Luca no es solo un mafioso cualquiera. Pero tu hermano, metió los pies en aguas muy profundas. Piensa y busca en tu mente si no el nombre de marco. El apellido resonó en su mente como un trueno. Marco De Luca. La familia De Luca era conocida en el bajo mundo, un imperio de crimen que se extendía por toda la ciudad. Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Por qué su hermano se había involucrado con alguien así?—¿Cómo es que Samuel tuvo acceso a esa información? —preguntó, tratando de mantener la calma.Leonardo desvió la mirada, y Valeria notó la tensión en su mandíbula. —No lo sé. Pero debemos actuar rápido. Marco no se detendrá hasta conseguir lo que quiere. Y tú te le ofreciste en bandeja de oro.Valeria sintió un nudo en el estómago. Si su hermano estaba en problemas, no podía quedarse de brazos cruzados. Pero también sabía que confiar en Leonardo era un riesgo. Sin embargo, en este mo
El aire fresco de la noche envolvía a Valeria mientras caminaban hacia el auto. A pesar de la aparente victoria, una sensación de inquietud la acompañaba. Marco no era alguien que se diera por vencidoUna vez dentro del vehículo, Leonardo arrancó el motor con un rugido que resonó en la oscuridad. El silencio entre ellos era palpable, cargado de emociones no expresadas. Valeria miró por la ventana, tratando de procesar todo lo que había sucedido.—¿Qué demonios pensabas? —preguntó Leonardo, su tono cortante como un cuchillo.Valeria giró la cabeza para enfrentarlo, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a desvanecerse, dejando lugar a la tensión acumulada.—Hice lo que tenía que hacer para salvarnos, Leonardo. No podía dejar que te lastimaran.—Pero arriesgaste todo. No sabes a qué te estás enfrentando. Marco es un jugador peligroso.Valeria apretó los labios, sintiendo que su paciencia se agotaba. —Y tú no estás en posición de darme lecciones. ¿Acaso crees que no sé lo que está en jue
El silencio en la habitación era tan denso que parecía absorber cada respiración. Valeria se mantenía firme frente a Marco, aunque por dentro sentía el peso de cada mirada clavada en ella. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, pero no podía retroceder ahora.Marco dio un paso hacia ella, su sonrisa burlona intacta.—Bien, abogada. Si quieres negociar conmigo, tendrás que demostrar que eres tan lista como dices. —Su tono era ligero, casi divertido, pero sus ojos oscuros estaban llenos de amenaza—. Te haré una pregunta. Si la respondes correctamente, dejaré ir a tu hermano. Pero si fallas… bueno, digamos que las cosas se pondrán interesantes.Leonardo dio un paso adelante, su expresión una mezcla de furia y preocupación.—Esto es una pérdida de tiempo, Marco. Si quieres negociar, negocia conmigo. Ella no tiene nada que ver con esto.Marco levantó una mano, deteniéndolo.—Tranquilo, Moretti. Tu pequeña abogada fue quien quiso intervenir. Ahora, déjala jugar. —Se giró hacia V
Último capítulo