VERONICA
Me sumergí en la tina de agua caliente, sintiendo el champú que Bruno me echaba en el cabello. Sus manos eran suaves y gentiles mientras me lavaba el cabello, y me sentí relajada y cómoda en su presencia.
Mientras me lavaba, sus manos se deslizaron hacia abajo, acariciando mi piel con suavidad. Me sentí un poco incómoda, pero traté de relajarme, dejando que sus manos me lavaran y me acariciaran. Su toque me hacía sentir un poco nerviosa, mi corazón latía un poco más rápido, pero también me sentía relajada y cómoda.
Bruno se detuvo un momento y me miró con curiosidad.
—¿Qué pasó, Verónica? —me preguntó. —¿Por qué me desobedeciste?
Me sentí un poco incómoda al recordar lo que había sucedido.
—Fui a la cocina —le expliqué. —Y esa chica se me acercó pidiendo ayuda. Me dijo que la habían secuestrado y que necesitaba escapar.
Bruno me miró con una expresión seria.
—¿Y no te dije que no te acercaras a ella? —me preguntó.
Me sentí un poco avergonzada.
—Lo siento —dije. —No pensé que