El peor castigo: 23. Matías le cede parte de sus bienes a Emma y a Mía
El gesto la tomó por verdadera sorpresa, y aunque al principio no supo qué hacer, salvo responder al encuentro, Emma reaccionó después de un rato, y lo separó, mirándolo con enojo contenido.
— ¿Qué… qué crees que estás haciendo, Matías? — le preguntó, titubeante, nerviosa, roja.
Matías pasó un trago, asombrado de igual forma por su arrebato. Esa no era la forma, carajo.
— Emma, lo siento, yo…
— ¡No tenías derecho a hacer algo así! — le recriminó.
— Lo sé, perdóname, fue un arrebato, no volverá a ocurrir — le prometió, pero no estaba del todo seguro de poder cumplir.
— Por supuesto que no volverá a ocurrir — replicó, molesta —. No sé qué te haya hecho pensar que las cosas entre tú y yo han cambiado esta última semana, pero déjame decirte que nada ha cambiado.
— Emma…
—Lo mejor será que te vayas, Matías — lo interrumpió y señaló la puerta.
Destrozado por el inminente rechazo de la mujer que amaba, Matías exhaló. Cada día la veía más lejos. Cada día… ella ponía más distancia entre ellos.