7. Una impensable propuesta: “Casémonos por el bien de nuestro hijo”
Caterina se quedó en silencio por más tiempo del que imaginó.
— ¿No dirás nada?
— Me tomas por sorpresa. ¿Es el niño que… llegó a la iglesia? — Cristóbal asintió ligeramente. La mujer suspiró — ¿Qué piensas hacer?
— Lo correcto. Tendrá mi apellido y vendrá a vivir a la mansión con las comodidades que por derecho le corresponde.
— ¿Y ella…? — quiso saber la mujer.
— ¿Qué con ella?
— ¿Qué pasará? ¿Crees que acepte entregarte al niño así nada más?
— Tendrá que hacerlo — respondió Cristóbal con indiferencia.
Caterina asintió y no dijo nada más. Tenía que mostrarse como siempre lo había hecho estos años si quería mantener a esa mujer lejos de su hijo.
El resto del día, Cristóbal trabajó sin pausas, y aunque con eso esperaba que Amelia no se cruzara por su cabeza, no pudo evitarlo, y de un momento a otro, se vio a sí mismo investigando sobre su enfermedad.
Cerró la pantalla de la laptop después de descubrir que las posibilidades de que un corazón en sus condiciones se recupera eran demasiad