16. Cristóbal se siente miserable
— Te encargarás de que el jardín quede impecable antes de que lleguen los organizadores. Luego lavaras todos los manteles y servilletas — especificó Caterina a la joven esposa de su hijo siquiera sin mirarla —. Ah, y por último, el traje de Cristóbal llegará a las siete, así que te asegurarás de que esté en perfectas condiciones para mañana.
— ¿Qué sección del jardín debo limpiar? — preguntó, Amelia, inocente.
La mujer sonrió con malicia.
— Todo.
Amelia parpadeó, contrariada.
— Pero… es muchísimo. Me tomará el día entero y…
— Es una gala benéfica. ¿Te haces una idea de cuantas personas vendrán mañana?
— Lo sé, pero aun así…
— Es mejor que comiences ahora si quieres terminar hoy.
Y sin más, la dejó allí plantada, aprovechándose de la larga ausencia de Cristóbal por ese día.
Sin más remedio, Amelia obedeció. Preguntó al jardinero todo lo necesario y este muy amable le ofreció a ayudarla, de lo contrario, no terminaría hasta el día siguiente.
Como a eso de las siete, el césped estaba poda