capitulo 29

Lo único que me importa es la pura necesidad carnal rugiendo dentro de mí.

Antes de que el pensamiento racional pueda abrirse paso, agarro la cabeza del hombre y acerco su rostro al mío.

Nuestros cuerpos se fusionan: labios, pecho, caderas.

La mesa es alta, pero él también. Lo suficientemente alto como para que nuestros centros coincidan perfectamente. Mientras alcanzo y le desabrocho la bragueta, él agarra la cinturilla de mi bata y me la tira hacia abajo.

“¿Qué estoy haciendo?” pregunto en voz alta mientras me quito los pantalones en un movimiento frenético.

El hombre responde agarrando un lado de mis bragas de algodón y arrancándolas para quitarlas. Enérgicamente pero sin ningún esfuerzo. Luego abre su puño y el material endeble de mi ropa interior cae al suelo.

La mesa debajo de mí está fría, pero solo tengo un segundo para pensar en ello antes de que se libere de sus bóxers.

“Maldición” susurro. Es enorme.

Hay tantas preguntas que debería hacerle. Tantas dudas que debo tener. C
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