Casandra Voss, la enigmática y poderosa dueña del imperio Voss Corp, una mujer multimillonaria, fría y calculadora. se deja llevar por un sutil, pero encantador aroma. Samantha Montier Dalton, descendiente de Álvaro Montier y Lena Dalton. Tiene 18 años. Su padre es el líder de la manada, su madre, es solo una voz lejana en su cabeza, una voz que le da fuerza todos los días para cumplir con su propósito. el propósito... eliminar la familia Voss.
Leer másActualidad en alguna cueva del bosque de Australia 2023
Es asombroso, después de tantos años sin sentir nada, hoy lo experimento todo a flor de piel. Cada una de mis células palpita con un dolor que me recorre como una corriente eléctrica. Paradojas de la vida, me encuentro al borde de mi existencia, y de manera irónica, siento que estoy más viva que nunca.
Hago el esfuerzo por abrir los ojos, o al menos uno de ellos. Los brutales golpes que recibí me dejaron cegada del ojo derecho, aunque a mi favor me llevé como treinta idiotas. Se que he perdido una oreja, estoy segura que alguno de estos imbéciles se la llevo como trofeo, así como varios de mis dientes, lo cual seguramente descalifica mi candidatura al premio a la sonrisa más hermosa, aquella que ella, tanto solía elogiar. -Suspiro pesadamente- aunque sus elogios eran una farsa, solo una farsa y yo lo creía todo, no sabía que sus palabras eran solo una mentira, aun no puedo creer que todo haya sido una mentira.
Finalmente, logro abrir el ojo que me queda funcional, y me doy cuenta de que me encuentro en una cueva oscura y lúgubre, no soy capaz de escuchar nada. Mis extremidades están encadenadas, y estas cadenas son la única razón por las que sigo de pie o, mejor dicho, colgando. Supongo que me encadenaron para que no pueda huir, aunque es lo que menos quiero en este momento, prefiero morir desmembrada que vivir como una cobarde. Se que en algún momento quede inconsciente, deben estar contentos pensando que evitarán que escape, no se dan cuenta que lo que menos quiero es escapar, solo quiero saber que ella está bien y al fin descansar de todo esto.
Mis fuerzas menguan, y mantener el ojo abierto es un reto. La respiración se convierte en un esfuerzo, y que ironía que en este instante necesite respirar más que nunca.
Las cadenas que me aprisionan son de plata pura y antigua, y siento como las heridas profundas en mis manos arden al contacto con el metal. La plata amenaza con desgarrar mi piel hasta alcanzar el hueso. Nunca tuve la oportunidad de aprender si la plata podía quemar hasta los huesos, jamás me imagine que yo pasaría por esta brutalidad y en mi estado actual, no tengo fuerzas para curar mis heridas. La plata en contacto con mi sangre lo hace imposible.
He bajado la guardia, me descuidé demasiado, pero valió la pena. Todo por lo que pasé al estar a su lado me confirma que merecía la pena. Antes de esta situación, me sentía muerta en vida, pero ahora sé que moriré de verdad, dejare de existir, lo haré con la tranquilidad de haber vivido intensamente junto a ella.
Mi panorama es desolador, verdaderamente oscuro, y la negrura de la cueva me envuelve por completo. El frío me abraza de nuevo, y sé que no podré resistir por mucho más tiempo. Sin embargo, antes de que todo termine, necesito verla una última vez, grabar su hermoso rostro y el color de sus ojos en mi memoria. Solo pido una a dios si es que existe, verla por última vez…
Sigo explorando la cueva hasta que finalmente la encuentro. Se ve hermosa, inalterable por la tragedia que se desarrolla a su alrededor. La observo por última vez, y veo que sus labios se mueven. Aunque estoy segura de que me maldice, no puedo evitar pensar que sigue siendo la mujer más hermosa del universo. Le deseo toda la felicidad del mundo y en silencio, anhelo que algún día comprenda cuánto la amo... Intento verbalizarlo, decirle por última vez "te amo", pero mis fuerzas me abandonan. Ya no me puedo mantener despierta, no se escucha nada, no se siente nada... Solo existe oscuridad, y en este abismo, ya no siento, ya no existo más...
No respondo. Solo me acerco y la beso en la frente. "Cuídate…" susurra, casi sin voz. "Pero… ¿leíste su carta? ¡La leíste! Por favor, Sam…" "La leí…" respondo, con la garganta cerrada. "Y sé que me pide todo lo contrario. Pero no puedo…" Salgo de la casa dejando atrás a Clara, a los pequeños… a mis amigos. Camino sin mirar atrás. Llego hasta la estación de trenes y, con una última mirada, me despido. Del lugar donde fui la persona más feliz del mundo… y también, el lugar donde sentí el mayor dolor que un ser humano puede soportar. Busco en mi mochila y saco el papel. Ese que, en algún momento, arrugué con furia. Con rabia. Con dolor. Lo estrujé como si eso pudiera callar lo que decía. Como si destruirlo fuera suficiente para no sentir. Pero después… lo extendí. Y ahora, aunque ya no es el mismo, aunque las arrugas lo atraviesan como cicatrices… su contenido aún me quema. Y, de algún modo… me acerca a ella. Mis manos tiemblan al sostenerlo. Sus palabras est
Samantha zimmerman Fue una pesadilla. Fue solo una pesadilla. Una horrible pesadilla… En cuanto abra los ojos, ella estará aquí, junto a mí. Ella me mirará y me sonreirá. Me besará. Acariciará mi cabello. Ella… Ella no se ha ido. Ella no pudo haberse ido. Es imposible. Porque me juró que siempre estaría conmigo. Me lo juró la primera vez que hicimos el amor sin tocarnos. Me lo juró en cada mirada que dejó en mí. Ella nunca me ha fallado. Ella está aquí. Tiene que estarlo. Katty me miente… Ella jamás quiso vernos juntas. Ella está mintiendo. No es verdad lo que dijo… no es verdad… ¡Ella miente! ¡Ella me odia! No puedo moverme. Mis lágrimas se escapan, incluso con los ojos cerrados. Espero… Espero sentir su mano limpiando el rastro que dejan. Espero su caricia. Ese susurro que me diga que todo fue solo una pesadilla. Que abra los ojos… Y que esté allí. "Sam… por favor, mírame…" La voz no es la que espero. Es Clara. La voz de Clara no es l
Y un miedo tan profundo que se puede tocar en el aire. “Te lo ruego… llévame. Haz lo que quieras conmigo. Pero déjala vivir…” El maldito hijo de perra sonríe. Esa sonrisa torcida, cruel… La sonrisa de quien se cree un dios. “Qué interesante eres cuando suplicas, Cassandra… Siempre escuché historias sobre ti: una mujer fría, impenetrable, destinada a acabar conmigo algún día. Te admiraban. Te temían. Pero mírate ahora… llorando como una simple mortal.” Hace una pausa. Observa su rostro bañado en lágrimas. “Soy el creador de lo más fuerte que existe en este mundo. Soy tu creador.” “Nunca fue mi intención levantarme contra ti. Lo que te dijo Álvaro, o quien sea, no es verdad… por favor…” la voz de Cassandra ya es apenas un susurro. “Álvaro solo fue un títere” responde él, con desprecio. “Pero la que no era un títere… fue la condesa. Y tú la mataste.” Cassandra palidece aún más. Siento su dolor como si fuera mío. Está dejando ir todo lo que la mantenía en pie. “Por favor… me ar
El suelo me recibió como si fuera de plomo. La sangre brotó sin piedad, empapándome la ropa, cubriéndome las manos. Quise gritar, pero no pude. Solo gemí y salió sangre de mi boca.No veía bien. Todo era borroso. El mundo giraba, se contraía. Mi mente se nublaba mientras la vida se escurría de mi cuerpo. Pero aun así… los escuchaba. A lo lejos.Escuchaba a Cassandra gritar. Escuchaba mi nombre.Escuchaba a Samantha llorar.Quise hablar. Quise decirle que estaba bien. Que no tenía que llorar. Que todo iba a estar bien.Mentira.Nada estaba bien.Cada latido era más débil. Sentía cómo mi alma se desprendía lentamente. Como si la muerte me llevara poco a poco, envuelta en una manta de fuego y hielo.Y entonces… lo escuché. Un grito ahogado. Un golpe en el suelo, a mi lado.Allí estaba ella. Samantha. Tirada junto a mí.Pero no duró mucho.Una mano con grandes garras negras la levantó por los cabellos, como si fuera una muñeca.Él. Era él. Lo sabía.No lo vi. No tenía que verlo. Su presen
“¿Y aquí sí?” pregunta ella, afilada como siempre.La miro. No sé si su voz suena interesada o solo curiosa. Blue nunca muestra todo lo que piensa.“Aquí al menos no me exigen sonreír todo el tiempo. Nadie me pregunta si estoy bien. Nadie me mira con esa maldita compasión disfrazada de ternura” respondo, con el vaso entre los dedos. “Me gusta este lugar. Pero no me ilusiono. Tampoco creo que tenga espacio aquí.”Blue se inclina, sus ojos fijos en los míos.“Te has ganado un rincón, Katty. Aunque te hagas la fuerte, aunque escupas fuego cada vez que respiras… estás hecha de lealtad. Y eso vale oro, incluso en este antro.”“No sé cuánto tiempo pueda quedarme en ningún lado, Blue. A veces siento que ya no pertenezco a ningún lugar.”“Entonces quédate donde no te pidan pertenecer” dice, y levanta su copa.Chocamos los vasos. No hay promesas, ni consuelos vacíos. Solo entendimiento. Solo esa noche, ese momento, donde ambas sabemos lo que significa estar rotas… pero seguir de pie.Me siento
¿Cómo fui tan ciega?Todo era parte de este maldito juego del destino, y ahora me arrastra sin piedad hacia una verdad insoportable.“Ahora sí lo entiendes” dice él, su voz impregnada de veneno. “El destino nos une siempre. Siempre es la misma historia… tú y tu maldita presencia, siempre robando lo que es mío. Por eso… jamás podré perdonarte., estoy seguro que si hubieras conocido a nelly seria la misma mierda de historia”Su risa es amarga, llena de resentimiento y odio. Pero ya no lo escucho. Sus palabras son ecos distantes, ahogados por la furia que arde dentro de mí. Por la culpa. Por la pena.“Jamás te dejaré ser feliz. Jamás…” su voz se diluye en el aire, como una sombra que me persigue.Pero no puedo perderme en él. No puedo dejar que ese pasado me trague.Tengo que luchar. Por ellos. Por quienes aún están de pie. Por quienes creen en mí.“La condesa estaba loca… igual que tú” le escupo, con la mirada fija en la pistola que ahora empuña.“¿Y tú?” responde con una sonrisa torcid
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