Cassandra Voss
Avanzo a toda velocidad, dejándome llevar por el aroma que se desvanece rápidamente. Llego al centro de la ciudad y estaciono frente a un imponente edificio: el nuevo centro comercial de Vosscorp. Es colosal y rebosa de personas que se pasean de tienda en tienda.
No necesito entrar para percibirlo; desde aquí siento sus latidos.
Nunca he entendido la obsesión de los humanos por gastar incluso dinero que no tienen en todo tipo de frivolidades. El aroma ha desaparecido. Y de repente, me veo aquí, inmóvil. Estacionada. Como una idiota.
Si no llevara el casco, seguramente se vería la expresión estúpida en mi rostro. Es como si esperara que, ante mis ojos, se materializara aquello que emitía ese aroma tan cautivador.
¡Qué tonta puedo ser a veces!
Debo centrarme.
Si Estefan estuviera aquí y me preguntara qué hago, ¿cómo le explicaría lo del aroma? ¿Cómo podría mirarlo sin sentirme ridícula?
Por suerte, no está a la vista. Así que, sin esperar más, acelero mi Ducati de 0 a 100