74. —¡Qué mal amigo!
POV Annie.
Este tiempo sin mi lobito ha sido demasiado duro. No sé si algún día volveré a verlo… o peor aún, si sigue con vida.
Trato de enfocarme en ayudar a las manadas y a los humanos a reconstruir sus hogares, a darles esperanza en medio de tanta devastación. Pero hay momentos en los que la tristeza me invade, una oleada de vacío que me embarga por completo y amenaza con arrastrarme a la deriva.
Mamá y papá también están desaparecidos. Sin embargo, Salvador me aseguró que el jefe supremo, quien desea conocerme, le garantizó que están bien, aunque ahora se encuentren en otra dimensión.
Esa información, por más lejana o intangible que parezca, es la única luz de esperanza en esta oscuridad que, por momentos, siento que me devora sin piedad.
Y entonces, como un ancla que me mantiene firme a esta realidad, mi pequeña se mueve dentro de mí. Sus suaves pataditas me recuerdan que no puedo permitirme decaer, que hay una razón más grande que yo para seguir luchando. Por ella… y por todos