KATIA VEGA
Durante la cena, no podía dejar de ver a Emilia, riendo y jugueteando con Arturo que parecía haberse convertido en su mejor amigo, además, la abuela estaba encantada con ella y no dejaba de consentirla con las uvas más dulces del viñedo.
—Deberías de decirles… —dijo Rosa sentada a mi lado, persiguiendo los guisantes en su plato.
—¿Decirles, qué? ¿Qué me voy a morir o que voy a dar a luz? —pregunté bebiendo de mi vaso.
—Katia… El doctor tiene razón, tus jodidas prioridades están de cabeza. Si quieres un hijo, puedes tener cuantos quieras después de tu tratamiento. ¿Quieres que el padre sea el imbécil de tu ex? ¿