ARTURO VEGA
—¿Perdón? —Volteé hacia Stella sorprendido e indignado.
—Tenerla aquí sin un profesional que pueda guiarla es peligroso. Tuvo un proceso traumático. Adultos con mucha más madurez y seguridad necesitan terapia en casos así, con mayor razón esta niña —se justificó.
—«Esta niña», es tú hija… —contesté con los dientes apretados y enfrentándola. Conmigo podía hacer lo que quisiera, pero con mi pequeña, no—. Emilia se quedará aquí, a mi lado, donde debe de estar y hazle como quieras.
—Entiende… Necesita ayuda profesional. Si la mantienes aquí, podría empeorar