UGPEM. CAPÍTULO 94. El primer instinto
UGPEM. CAPÍTULO 94. El primer instinto
La distancia no era extremadamente larga, el problema era que no podían tomar un avión regular, así que el viaje en barco y con una rehén era más penoso y lento.
Cada seis horas Max recibía una de aquellas inyecciones. Estaba atada firmemente y amordazada, así que no había mucho que pudiera hacer para resistirse. Apenas si abría los ojos, la hacían comer a la fuerza y los últimos dos días los pasó inconsciente, porque apenas pisaron suelo Egipcio su lugar fue el suelo de una de las camionetas.
—¿Todavía no habla? —preguntó Alcott con molestia.
—Tampoco reacciona. Eso es bueno —replicó Travis.
—Tu contacto no ha dicho cuánto pagará por ella y ya me estoy impacientando —replicó el coronel y el exsoldado apretó los dientes.
—Dale hasta esta noche, el tipo no le ruega a nadie —sentenció y poco después llegaban a una pequeña aldea cerca del Nilo.
Al día siguiente se encontrarían con el comprador, y mientras todos comían y trataban de descansar, Travis