UGPEM. CAPÍTULO 96. Una completa locuraDesesperado, esa la palabra correcta, Liam sentía que se asfixiaba con cada hora que pasaba fuera de aquella mezquita y no lograba saber nada de Max ni de Travis. ¡No llegaban! Y por desgracia aquellas palabras del ex soldado no salían de su cabeza: "Si no llegaron es que estamos muertos".Así que para las seis de la tarde Liam estaba volviéndose loco y para las doce de la noche parecía un animal herido, sentado en aquel rincón de la calle, vigilando la puerta de una mezquita a la que llegaba cualquiera menos ellos.Pero aunque la desesperanza empezaba a apoderarse de él, no fue capaz de moverse de ahí. Y así, una hora tras otra, esperó mientras el reloj de su muñeca avanzaba lentamente.Las nubes se abrían y cerraban en el cielo sin que él las viera. Intentaba buscar un buen motivo para el que no hubieran llegado todavía, así que cuando el sol empezaba a asomar por los rincones de la ciudad, Liam decidió seguir esperando.Las horas volvieron a
UGPEM. CAPITULO 97. A medio mundo de distanciaLa caravana llevaba doce chicas para el harem del príncipe, pero todas la miraban con curiosidad a ella, porque su excelencia la mantenía bajo su propia vigilancia.—Hay demasiado calor —dijo él de pronto como si le estuviera leyendo el pensamiento.La mujer levantó la mirada hacia él, que iba de pie en el asiento trasero del jeep, vigilando con mirada atenta a cualquier amenaza.—Morirías antes de ver al siguiente ser humano —añadió él—. Hay cuarenta grados, y el desierto tiene una habilidad especial para desorientar... es como si siempre tuviera hambre.—¿Quién dijo que voy a escaparme? —murmuró ella.—No has pensado en otra cosa desde que salimos —dijo Omar sentándose junto a ella y mirándola con curiosidad—. ¿De verdad no recuerdas nada? ¿Absolutamente nada?La mujer cerró los ojos por un momento, intentando encontrar algo, cualquier cosa que la ayudara a alcanzar un pedacito de memoria, pero luego abrió los ojos con frustración mient
UGPEM. CAPÍTULO 98. ¿Quieres hacerte cargo?Los ojos de la mujer se abrieron desmesuradamente. Entonces de verdad eran esclavas.—¿Tú... las rescataste? —preguntó aturdida.—¡Oye, oye! No digas eso en voz alta, tengo una reputación que mantener —gruñó él—. El Nubio roba mujeres para su harem... y a veces comete el error de dejar vivos a hombres estúpidos. Déjalo así.Ella miró la determinación fiera en sus ojos y luego a las mujeres que lloraban desesperadas. Alcanzó un rifle y de inmediato sintió la mano del egipcio sobre la suya.—¿Tienes idea de cómo usar eso? —la increpó él.—Supongo que estamos a punto de averiguarlo —replicó Max rastrillando el rifle y acomodándole un cargador con la habilidad y la rapidez de un profesional.—Sí, supongo que sí —murmuró él y de repente los gritos se hicieron presentes. El sonido de los motores les llegó más cercano y los disparos comenzaron.De inmediato se colocaron en posiciones defensivas, preparados para repeler el ataque. A su alrededor, lo
UGPEM. CAPÍTULO 99. Ella encontrará la forma de volver a míEl Nubio la miró impresionado y ella frunció el ceño.—¿Qué? ¿No querías que lo matara?—Quería que lo interrogaras primero...—Ah... perdón. ¿Tienes otro? —balbuceó ella y Omar sintió por primera vez en mucho tiempo que alguien comprendía completamente su forma de ser.—Creo que esta noche te has ganado tu nombre —sentenció abrazándola—. Runi. Mi Runi.RunihuraSignificado: DestructoraOrigen: DesconocidoSexo: MujerCargo: En adelante, comandante de las fuerzas de su Majestad el príncipe Omar Al—Kabir.Poco después, en el corazón de la más violenta selva norteamericana, justo en el centro de Nueva York, una batalla muy diferente se libraba.Habían pasado cuatro días desde que Liam había aterrizado en Estados Unidos, y eso había diso más que suficiente para desarrollar aquel ataque.Cada paso era perfecto, Liam y Lyon habían preparado con cuidado la emboscada para el coronel Alcott. La estrategia había sido cuidadosamente pl
CAPÍTULO 1. El dolor de la traición.Alejandra sonrió mientras saludaba amablemente a todos los invitados de su boda. Había más de quinientas personas, casi todas celebridades o gente importante de la industria chocolatera del mundo. Y era que a su modo, Alejandra Sanromán era también una celebridad.Era una rica heredera de California, y a pesar de haberse quedado huérfana a los catorce años, había crecido para ser una mujer fuerte y trabajadora. A sus veintidós años dirigía con éxito la empresa de sus padres, y acababa de casarse con el hombre que amaba.Lo tenía todo, su vida era perfecta, pero en cuanto se puso a buscar a su marido, Alberto, ni siquiera imaginaba lo pronto que aquella sensación de felicidad desaparecería.Alejandra lo buscó por toda la mansión, sin embargo se quedó petrificada al pasar frente a la habitación de su prima Claudette. Adentro se escuchaban los gemidos y jadeos característicos de dos personas teniendo sexo, y de repente su prima mencionó un nombre que
CAPÍTULO 2. Una mujer que quiere venganza.Un año después.Alexa Carusso era una mujer hermosa y lo sabía, pero más que eso, era una mujer determinada, fuerte y con una voluntad de arrasar con todo a su paso, por un simple motivo: había perdido todo, y venía dispuesta a recuperarlo.Precisamente por eso había pasado un año preparándose, un año tejiendo sus hilos para ganarse aquel puesto como analista en el departamento económico de Hamilton Holding Enterprise, más conocido como el grupo HHE. Era la empresa más poderosa en el área de la tecnología, y su dueño era el único hombre que a Alexa le interesaba en el mundo: Scott Hamilton.El señor Hamilton era un hombre escurridizo, al punto de ocultarle exitosamente su rostro a los medios, y eliminar cualquier noticia privada o foto suya de internet. Sin embargo todos los que lo conocían estaban de acuerdo en algo: Era un hombre despiadado, feroz, horrible... ¡y Alexa estaba allí para conquistarlo!Manejó su discreta camioneta Honda hasta
CAPÍTULO 3. ¡Tú!Y como no existe nada más fuerte que la voluntad de una mujer que quiere venganza, Alexa se llevó el trabajo a casa, apenas durmió, pero cuando estaba amaneciendo por fin aquel error se reveló ante ella.—Alguien lo está robando —sonrió Alexa y corrió a preparar café mientras Howard salía de su habitación medio dormido.—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas como gata en celo? —protestó.—¡Alguien está robándole a Scott Hamilton! —exclamó Alexa emocionada—. ¡Nadie es invulnerable en la vida, y alguien le está robando al ogro, así que ya tengo mi camino abierto hacia él!Sin embargo muy pronto Alexa se daría cuenta de que aquella alegría era demasiado prematura. En cuanto le dijo al señor Malcovich que había encontrado problemas en los números, el supervisor le quitó los documentos sin siquiera preguntarle dónde estaba el problema.—¡Oiga, yo debería hablar con el señor Hamilton de esto! —sentenció ella sin saber las intenciones de Malcovich.—Esto está muy por encima de su nivel
CAPÍTULO 4. Un hombre que no tolera desafíosAlexa quería que la tierra se la tragara. Había ido a aquella empresa a conquistar al CEO y había acabado ofendiéndolo de la peor forma posible. Sabía que tendría suerte si no la ponía de patitas en la calle antes de dejarla hablar ¡y encima llegaba peleándose con su supervisor!"¡Mierda!" pensó mientras Malcovich entraba corriendo tras ella, con cara de espanto.Sin embargo las emociones de Scott Hamilton parecían tan controladas como una bomba a punto de explotar. Se levantó despacio y miró a Alexa de arriba abajo. Estaba despeinada, descalza, desarreglada, el sudor le corría desde la frente y caía en pequeñas gotas entre sus pechos, mientras jadeaba por el esfuerzo de subir las escaleras... Parecía exactamente la bruja que era y lo peor de todo era que Scott Hamilton solo quería quitarle aquel sudor entre los pechos con la lengua. ¡¿Pero a él qué diablos le pasaba con aquella mujer?!—¿Qué demonios es esto? —gruñó cuando la vio detenerse