CAPÍTULO 14. Enemigos íntimos
CAPÍTULO 14. Enemigos íntimos
Scott negó con vehemencia. Jamás había pensado en el matrimonio como un asunto que tuviera ninguna cabida en su vida. Por desgracia sus padres no habían sido personas particularmente amorosas, y Scott había presenciado demasiadas disputas domésticas como para saber que eso no era lo suyo.
—¡Ese es un recurso muy desesperado! —siseó mientras se metía las manos en los bolsillos.
—Dijiste que quieres salvar tu empresa ¿no? —replicó Daniel—. Pues esta es la forma: Te casas, consigues una visa permanente, te quedas aquí, salvas tu empresa y sigues con tu vida.
—La alternativa también es simple —lo apoyó el señor Gerard Hamilton—: No te casas, te deportan, te arruinas, y te matas trabajando los siguientes diez años para no lograr ni un tercio en Inglaterra de lo que has logrado aquí... Como yo lo veo, tienes que ser idiota para no querer dar el "sí".
Scott bufó con frustración.
—Déjame pensarlo —pidió.
—Está bien, pero no lo pienses mucho, porque no nos sobra e