Félix volvió al interior del consultorio y se encontró con Ximena sentada frente al doctor Stroman en su escritorio.

—Perfecto. Veo que ya terminaron. ¿Me perdí de algo?—, dijo Félix mientras tomaba asiento.

El doctor miró a Ximena mientras ella tenía la vista en otra dirección. Quizás estaba rezando para el que doctor hiciera lo correcto.

Aclaró su garganta y se preparó para dar el resultado de la consulta.

—Eh... Pues, felicitaciones, señor Lancer. Tiene usted un bebé muy sano. Aunque hay que esperar a que su cabeza esté totalmente formada para hacer un exámen más a fondo—, dijo el doctor—, Tiene 11 semanas de gestación.

—Eso es genial—, exclamó Félix.

En ese momento. Ximena cerró los ojos y agradeció a Dios que Félix no supiera absolutamente nada de los fetos humanos.

—Ésto hay que celebrarlo—, dijo Félix.

—No le recomiendo absolutamente nada de alcohol—, dijo el doctor.

—No se preocupe, doctor. Tengo en mente otro tipo de celebración.

Félix abrió la puerta y le dió una orden c