Capítulo 8. Perdóname
El doctor Spencer sonreía de manera despreocupada, mientras que Félix lo tomaba de la camisa y lo sacudía con ganas notables de golpearlo. Quizás solo quería demostrar a Ximena que no debía temer a Félix, o tal vez solo era un loco que se había enamorado a simple vista.
Lo cierto es que Ximena tomaba el brazo de su esposo con fuerza. Obviamente ella no quería que golpearan al doctor Spencer por su culpa.
—Félix... Félix... Por favor, déjalo—, suplicaba Ximena.
—Debería enseñarle a este payaso como se respeta.
El doctor solamente sonreía sin defenderse.
—No le hagas caso. Todo es mi culpa. Solo debemos seguir intentando, y la próxima vez le vas a callar la boca—, insistió Ximena.
Félix resopló con rabia y frunció el ceño totalmente molesto. Sin embargo, soltó al doctor y lo dejó caer sobre la silla detrás del escritorio.
—Mi esposa tiene razón. La próxima vez que venga, ella tendrá un bebé en su vientre. Y tú, doctor de pacotilla, te tendrás que tragar tus palabras absurdas—, di