Abigail se acercaba rápidamente caminando con pasos rápidos por el pasillo.

—¿Fernando? ¿Qué está pasando aquí?—, insistió Abigail ante el sospechoso silencio de ambos.

Fernando miraba en otra dirección y se rascaba la nuca, como si estuviera pensativo.

—Solo le estaba deseando un poco de suerte para su prueba de mañana. Es todo.

Abigail se quedó mirando fijamente el rostro de Fernando. Esas palabras no habían logrado convencerla.

—¿Y se lo estabas diciendo al oído... —, Abigail volteó a ver el rostro de Ximena—, ¿O a los labios?

—¡Ten cuidado con lo que dices!—, advirtió Fernando en forma de amenaza.

—Yo sé muy bien lo que ví, y ésto lo va a saber Félix hoy mismo—, dijo Abigail y se fue caminando por el pasillo.

Fernando se quedó con la mano sobre la boca. Estaba tratando de pensar en una manera de remediar la increíble metida de pata que acababa de hacer.

Sin embargo, Ximena parecía más tranquila. No parecía estar preocupada de lo que Abigail pudiera decirle a Félix.

—¿Estás