Capítulo 51. Contrato firmado
Las chicas que estaban sobre la mesa comenzaron a gritar con los disparos y salieron corriendo de la oficina de Félix semidesnudas y con su ropa en las manos.
Haiko Torishima tenía su rostro aplastado contra el cristal de la mesa debido a la presión que Urdaneta ejercía sobre su cabeza con esa pistola.
Haiko podía sentir el metal que aún seguía caliente por los disparos que acababan de quitarle la vida a sus abogados.
—Se acaba el tiempo—, dijo Félix, mientras hacía una señal a Urdaneta con sus ojos para que estuviera preparado—, Tres... Dos... U...
—¡Firmaré! ...—, gritó Haiko con su mejilla restregando el cristal de la mesa—, Firmaré... Firmaré—, repetía una y otra vez para detener el conteo de Félix.
Félix acercó el contrato al rostro de Haiko y este se tuvo que esforzar mucho para poder firmar. Después de todo, es muy difícil escribir cuando tienes el rostro aplastado y un matón te apunta a la cabeza con su arma.
—¡Ya! ¡Suéltame!—, gritaba Haiko con desesperación.
Félix veí