Capítulo 43. ¿Se escapó?
Ximena finalmente pudo abrir la ventana luego de varios intentos fallidos. La punta del cuchillo había forzado la pequeña cerradura y ahora podía salir.
El problema era que se encontraba en el segundo piso, y como si eso fuera poco, Urdaneta apareció de la nada y ahora la esperaba parado en el jardín.
—¡No tienes escapatoria!—, gritó Urdaneta mirándola desde la verde grama.
Mientras que Jiménez había roto gran parte de la madera embistiendo la puerta con una fuerza asombrosa. Incluso podía verla a través de las grietas llenas de astillas.
Ximena se quedó paralizada por el miedo. No sabía qué hacer. Sus nervios se tensaron y su cabeza se quedó en blanco.
Sentía que había perdido y su mente le repetía una y otra vez que no había otra opción que rendirse. Ellos habían ganado y debía aceptarlo finalmente.
—¡Ximena!—, gritaba Jiménez, como si estuviera poseído por un demonio.
Jiménez dió un último golpe a la puerta y cayó dentro de la habitación sobre los trozos de la madera que había