Capítulo 11. Un rostro conocido
—¡Abigail! ¿Te has vuelto completamente loca?—, reclamó Félix muy sorprendido al igual que Fernando.
Ximena veía como su vestido perfecto había quedado arruinado por el champagne y la envidia de Abigail.
Su labio comenzó a temblar y sus ojos se cristalizaron rápidamente. No quería llorar delante de Abigail, ella odiaba parecer débil, pero en ese momento no había fuerza en su rostro.
—¿Me lo preguntas a mi?—, respondió Abigail enfrentando a Félix—, Deberías preguntarte a ti mismo que diablos estás haciendo.
—Ximena no ha hecho nada malo—, exclamó Fernando.
—Tú ni hables—, dijo Abigail de inmediato—, ¿Qué diría papá si los viera babeando por una esposa trofeo? ¿Se les olvida que esas mujeres son solo un instrumento para extender la dinastía Lancer?
Ximena bajó la cabeza totalmente sumina y salió caminando del salón con lágrimas en sus ojos.
—¡Ximena!—, exclamó Félix tratando de detener a su esposa.
—No te preocupes. Yo voy por ella—, dijo Fernando y fue rápidamente para alcanzar