Ya había llegado el día, y haci cómo lo dijeron las chicas, la mansión estaba totalmente sola y se podía escuchar el zumbido de una mosca gracias al silencio.
Oliver no había vuelto todavía, o no que ella sepa, los señores Beker en la mañana le habían ordenado no hacer ruido y que se mantuviera en su habitación y desde ese momento no los había vuelto a ver o escuchar.
Se levantó de la cama y se acercó a la pequeña ventana en la esquina de su habitación, la cual está enrejada, se asomo por las pequeñas hendiduras y observo el patio vacío y oscuro.
Siendo la luna la única que alumbra el lugar con su escasa luz.
Arrastrando con ellas las cadenas, se encerró en el baño, y con un cuchillo que había guardado con anterioridad, empezó a tratar de quitárselas.
Se sentó en la tasa del inodoro y levantó su pie, posicionándolo en su muslo izquierdo, para empezar a quitar el seguro del candado.
Le llevo varios minutos poder quitar el seguro, tanto así que estuvo apunto de rendirse, y cuando lo iba