Miré esos ojos que conocía tan bien, había crecido viendo esos ojos tan profundamente familiares para mí.
Hermes mi primer amigo en el Olimpo.
Un amigo sincero.
- Hermes.- Dije su nombre y me di cuenta de cómo mi voz era defectuosa, débil.
Yo mismo me sentía tan frágil, ¿cuánto tiempo estuve tan inconsciente?
Era algo que no quería saber en este momento.
Busqué a mi alrededor otros dioses, ¿estaba buscando a Hades?
Aparté ese pensamiento repudiándolo por completo.
Entonces se me ocurrió que Hécate no estaba en la habitación, y tampoco Eaco.
Volví a mirar a Hermes y vi que estaba sosteniendo mi mano, su mano emanaba una calidez que encontré extremadamente reconfortante, cuando noté esto la soltó y lamenté profundamente perder su toque.
- Hécate y Eaco ¿Dónde están?- pregunté y traté de incorporarme pero un fuerte vértigo me mantuvo acostado, Hermes tomó una taza que estaba colocada con cuidado en la cabecera, llevó la taza a mis labios y me aconsejó que la bebiera. .
Hice lo que me ped