Pero ahora su plan se derrumbaba.
Frustrado, la buena impresión que le había causado el rostro de Alessia se esfumó al instante.
Entre la multitud, Sisca reconoció de inmediato la identidad del hombre.
Sonrió con malicia, se adelantó y lo llamó con coquetería:—¡Joven maestro Ramírez!
La voz de S