Del otro lado,
Ya eran las nueve de la noche. No había estrellas en el cielo ni tampoco llovía.
Frente a la comisaría, Gordon miraba hacia adentro, esperando.
Pasaron unos diez minutos, y Ava, todavía con la misma ropa que había usado en el hospital unos días antes, salió de algún lugar.
Ambos cruza