—Dije que te arrepentirás —repitió obstinadamente Jessie, con sus hermosos ojos fijos en los de Margaret, como si intentara atravesarla.
Margaret no pudo evitar sentir un poco de culpa. Tras la culpa vino la ira, cien veces más fuerte que antes.
—¡Mocosa! ¿Crees que me arrepentiré? Te digo, ya me ar