A las nueve de la mañana, Alessia llegó a la entrada del instituto de beneficencia.
Para un evento como este, al que asistían celebridades y diversos empresarios, entrar no era tarea fácil.
Por suerte, tras recibir el correo electrónico, Alessia había contactado con el vicepresidente del instituto y había iniciado una conversación sobre las donaciones.
La persona que vino a recogerla era un miembro del personal del instituto.
—Señorita La Rosa, gracias por su donación. El evento comienza a las once. ¿Le gustaría echar un vistazo a los dormitorios y comedores de los niños?
Como aún no había actividad por parte de Z, era mejor familiarizarse con el lugar que esperar pasivamente.
Alessia asintió y entregó la caja de donación preparada al miembro del personal.
La trabajadora, informada a última hora sobre la llegada de Alessia, solo sabía que había hecho una donación significativa al instituto. No esperaba que Alessia también participara en la subasta benéfica.
Tomó la caja de donación y