Cuando sus pieles se rozaron, ambos despertaron de golpe. Habían cruzado una línea, y lo que acababan de hacer parecía inmaduro, completamente fuera de carácter para ellos.
Sin embargo, ninguno de los dos, personas que jamás habían amado de verdad, comprendía que a veces los sentimientos auténticos, sin importar la personalidad o la razón, podían brotar de manera inesperada.
Era como si todo encajara de forma natural, como si fuera el destino.
Justo cuando Alessia y Dominic pensaban cómo resolver aquella situación incómoda, la puerta del baño se abrió de golpe.
—¡Papi, mami, es hora de comer! —la vocecita infantil de Eleanor resonó en la habitación.
No muy lejos, la casera estaba colocando los platos sobre la mesa. Al girar la cabeza junto con Eleanor, alcanzó a ver al hombre arrinconando a la mujer contra la pared del baño, sujetándole el rostro, en una escena más que sugerente.
—¡Oh! ¡Papi y mami se están besando, no se puede mirar! —Eleanor se tapó rápidamente los ojos y, girándose