“Lo único que espero de esta unión es que aprendas a comportarte como la señora que ya eres.”Jade tiró fuerte de los lazos que mantenían sujeta la cola de su vestido.“Se espera de nosotros que engendremos un heredero”A medida que más se repetían las palabras de Adriel en su mente, sus movimientos se tornaban más rápidos y violentos.Deseaba, no, necesitaba, quitarse ese pesado traje que lo único que hacía era recordarle su estupidez.Con cada nudo que deshacía se sentía más libre, aunque sabía bien que esa libertad era meramente ficticia.Cuando la cola finalmente se deslizó por el suelo, sintió una mezcla de alivio y decepción.Se suponía que aquel vestido blanco cargaba en sí un gran significado, pero justo ahora lo veía como un peso innecesario en su vida.Ahora se encontraba únicamente con la parte inferior del vestido, el cual era igual de impresionante, pero mucho más manejable.Sosteniendo la botella de vino que había llevado al baño, comenzó a servirse un nuevo vaso, seguid
Pero Adriel estaba consciente de que era un hombre egoísta y eso no podía negarlo, porque, aun a sabiendas de que Jade no lo quería, había decidido tenerla a toda costa.Primero había acudido a Fabián Arison con la finalidad de proponerle una alianza que resultaría beneficiosa para las dos empresas, sin embargo, el hombre se había negado a otorgarle la mano de su hija por la simple y llana razón de que no obligaría a Jade a casarse con un hombre que ella no quería.Y así, cada vez las posibilidades de tenerla se volvían mucho más escasas, orillándolo a cruzar las líneas morales y a recurrir al engaño y a la trampa con tal de tenerla entre sus brazos. Como lo estaba justo ahora, tan quieta y dócil, durmiendo en una cama llena de pétalos de rosas, decorada específicamente para que su unión fuera consumada. Pero sabía que eso no sucedería en un futuro cercano. Jade todavía no había terminado de asimilar su posición, pero confiaba en el hecho de que lo haría muy pronto. Pronto entendería
Los ojos de Jade observaron con asombro la majestuosa casa que se encontraba frente a ellos, la cual tenía un diseño arquitectónico que parecía sacado de una revista de lujo. Era un lugar enorme. Demasiado grande como para que vivieran únicamente dos personas, así que hubiera preferido un departamento o algo mucho más sencillo. ¿Pero cómo explicarle eso a su imponente esposo? Al cruzar la puerta de la mansión, se sintió como si hubiera entrado en otro mundo, uno completamente diferente al suyo, pero mucho más interesante. El vestíbulo era amplio, con un elegante candelabro de cristal que se colgaba del techo, y una escalera de caracol que conducía a un segundo piso donde probablemente se encontrarían las habitaciones. A su alrededor, el eco de sus pasos resonaba en el mármol pulido, haciendo que el silencio que se cernia sobre ellos fuera mucho más sofocante. —Es... impresionante —susurró, incapaz de apartar la vista de la belleza que la rodeaba. Aparentemente, su esposo se h
Jade estaba deseando vivir una experiencia diferente. Así que llegó al club nocturno, que tenía una temática de máscaras, donde la identidad de los asistentes permanecería oculta durante toda la velada, lo cual era muy beneficioso en sus circunstancias.El lugar era amplio y la decoración evocaba un ambiente de misterioso y seducción que la tenía extasiada. Las luces eran tenues y la música envolvente, mientras las personas bailaban despreocupadas, como si no hubiera nada que pudiera perturbarlos en esas cuatro paredes.«Justo lo que necesitaba», pensó Jade, quien se sentía harta de la monotonía de su vida de casada.Se acercó entonces a la barra y, tomando asiento, observó con curiosidad todo a su alrededor. Las conversaciones eran bulliciosas y las risas de los asistentes le daba una sensación de libertad que no había experimentado en mucho tiempo.—¿Desea alguna bebida?El camarero se mostró muy atento y le causó bastante curiosidad que también usara una máscara. Al parecer, en ese
Jade se quedó petrificada junto al interruptor de la luz, su dedo aferrado al botón, mientras sentía cómo la sangre se helaba en sus venas lentamente.Su esposo la miraba con ojos oscurecidos y plagados de molestia, una molestia que sin duda alguna iba dirigida completamente a su persona. Era evidente que verla llegar a medianoche no era algo que Adriel pensara disculpar o aceptar.—¿Dónde estabas? —repitió la pregunta, acercándose hacia ella como un depredador que buscaba capturar a su insulsa presa.Jade retrocedió un paso con la sensación de estar atrapada en una jaula con una furiosa fiera. Su pulso martilleaba con fuerza en sus sienes y su respiración parecía atascarse en sus pulmones ante el inminente peligro en el que se veía expuesta.¿Cómo podría escapar de él?No parecía existir ninguna manera.—Adriel, yo…Las palabras que pretendían salir de sus labios eran simples excusas que no sabía cómo pronunciarlas para que se escucharan creíbles. Su esposo era demasiado inteligente,
La discusión parecía haberlos agotado a ambos.Luego de decirle que lo odiaba, Adriel simplemente se había marchado y no lo volvió a ver hasta dos días después.Esa última semana había sido de tensión absoluta entre los dos. No se dirigían la palabra y el silencio era el principal acompañante en sus breves encuentros.Jade intentó disimular el pinchazo de dolor que sentía cada vez que comprobaba que su matrimonio se había convertido en un infierno.No pudo evitar pensar en su madre y en esa historia que le había contado cuando era una adolescente.Según sabía, sus padres no se habían casado por amor; todo lo contrario, había sido la venganza el único motor que dio inicio a su relación.Pero con el tiempo los sentimientos fueron surgiendo entre los dos, aunque al inicio, las cosas fueron bastante difíciles para ambos.De alguna manera, cuando aceptó la propuesta de Adriel, pensó que algo similar ocurriría entre ellos, pero lo único que veía era el tiempo pasar y ya ni siquiera sabían
—Debes divorciarte, Jade —fue la solución dada por su madre. —Mamá, no es tan sencillo —se alejó hacia la ventana, sintiéndose un poco más tranquila luego de haber confesado toda la verdad a su progenitora. De repente sentía que podía respirar con mayor normalidad y esto era debido a que se había quitado el peso de la mentira de encima—. Debes comprender que, aunque no me case amando a Adriel, tengo intención de hacer que este matrimonio funcione. —Pero, hija, es evidente que ese joven no puede hacerte feliz —le dijo lo que era obvio desde su perspectiva. Natalia conocía a Adriel desde que era tan solo un bebé. En su niñez le pareció un chico muy dulce, pero a medida que transcurría el tiempo, se fue dando cuenta de que su actitud se fue transformando en algo preocupante de ver. —Ana Paula, es posible que tu hijo esté desarrollando rasgos psicopáticos sub clínicos —le comentó un día. En esa ocasión, Ana Paula simplemente se había negado a ver las señales presentes en su hijo, al
Cuando Jade abrió los ojos, no podía creer lo que estaba viendo. Su esposo se encontraba frente a ella, sosteniendo entre sus dedos un mechón de su cabello. Se enderezó rápidamente en la cama, impactada por lo que estaba presenciando y no pudo evitar alejarse del tacto del hombre como si este le quemara. Adriel, comprendiendo su rechazo, se separó de la cama y se apartó varios pasos para no incomodarla. —¿Por qué estás aquí? —insistió la chica al ver que no explicaba la razón de su presencia. No se suponía que el hecho de que un esposo visitara la habitación de su esposa por la noche debería de verse como algo anormal, pero en este caso, lo era, puesto que ellos no sabían lo que era compartir una habitación juntos. Y aunque estaban casados en teoría, seguían sin comportarse como un matrimonio. —¿Y entonces? —presionó un poco más al ver que el silencio era lo único que obtenía como respuesta. —Eres mi esposa, Jade, solamente quería verte —contestó sin más, algo simple y bastan