—¡Gala! ¡Gala!
Jade temblaba del puro miedo.
No sabía qué hacer, su mente estaba completamente en blanco.
—¡Por favor, despierta! ¡Ayuda!
Las personas se arremolinaban a su alrededor, pero no eran más que simples espectadores de un espectáculo.
Nadie movía un dedo, simplemente veían todo con completo pasmo.
Las lágrimas corrían de los ojos de Jade cuando, Adriel, haciendo a un lado a varias personas, se acercó hasta ellas y se arrodilló junto a su hermana, tomando el control de la situación con rapidez.
—Jade, necesito que me ayudes —su voz se mostraba calmada, parecía que no existía nada que lograra perturbar el temple de este hombre—. Mantén la cabeza de Gala de lado para que no se ahogue —comenzó a dar instrucciones, mientras sacaba su teléfono celular y marcaba el número de emergencias.
La joven, aún temblando, cumplió con lo solicitado por su esposo. Colocó la cabeza de Gala de lado, mientras Adriel con su mano libre verificaba que no hubiera objetos peligrosos.
—Ahora, asegúrate