Su respuesta no pareció ser del agrado de su acompañante, pero necesitaba dejar esto claro.
No lo amaba y posiblemente no lo amaría nunca.
—No necesitas amarme para esta unión —soltó sin más, como si el matrimonio no fuese un asunto trascendental para él.
Se suponía que era una unión para toda la vida, ¿se conformaría entonces con una relación sin amor?
¿Podría ser feliz así con el transcurrir de los años?
¿Se acostumbraría?
¿Además, tendrían que tener hijos juntos?
Esa última cuestión la horrorizó demasiado, porque, simplemente, no se imaginaba intimando con Adriel.
Así que evidentemente esto no funcionaría.
No lo haría.
—Adriel, yo no sé… si sea capaz —le aterraba la sola idea de verse atrapada en una vida infeliz—. No hay forma de que esto funcione. Debe existir otra manera.
—Es la única solución que tengo para ofrecerte. Si tienes una idea mejor, entonces házmelo saber.
De pronto su actitud se tornó fría y cortante.
Era como si su presencia hubiera pasado de ser agrada