—Si controlaras tus impulsos, no aparecerían niños de la nada.
—Sigues poniendo excusas. ¿No sientes vergüenza?
—Eres basura podrida. ¿Por qué crees que volvería contigo?
Salvador Rey abrió la boca para responder, pero los guardias de Gustavo Matías lo inmovilizaron de golpe. Gustavo entró con el rostro oscurecido por la furia.
—Salvador, ¿ansías la muerte? —dijo con voz gélida.
Tras confirmar que estaba ilesa, ordenó a los guardias:
—Llevádselo.
En ese momento, Salvador gritó desesperado:
—¡Ella no te ama! Solo soy tu sombra, ¡eres mi sustituto!
Gustavo lo noqueó con un certero golpe en la mandíbula.
No es que no haya oído hablar de Salvador y de mí.
Después de tantos años de matrimonio, Gustavo sigue siendo inseguro.
Siempre sintió que yo no lo amaba tanto.
Mirando la espalda de Gustavo que se iba, sólo sentí el corazón roto.
En cuanto a Salvador, siempre metiéndose con Gustavo y conmigo, no podía esperar a que muriera.
Esa noche, al regresar a casa, me detuve frente a nuestra foto d