Era sábado y toda la familia estaba en casa.
Al ver a Liliana y Luciana, Ximena sonrió y las invitó a desayunar.
Apenas se sentaron, sonó el teléfono de Liliana. Era su teléfono original, que Leo le había devuelto ayer después de encontrarlo.
Liliana vio que era Fabián y contestó:
—¿Hola?
—¿Liliana? —la voz de Fabián sonaba muy ansiosa—. ¿Eres tú, Liliana?
Liliana se sorprendió:
—Sí, soy yo...
Se oyó un suspiro de alivio de Fabián:
—Menos mal que eres tú. Me alegro de que hayas vuelto sana y salva.
Liliana parpadeó, dándose cuenta:
—¿Nadie te avisó ayer que había regresado?
—Es normal, todos estaban muy ocupados —dijo Fabián—. Yo solo esperaba tener noticias tuyas.
Liliana se sintió avergonzada:
—Lo siento, no sabía que también me estabas esperando...
—No te preocupes, lo importante es que estés bien —dijo Fabián—. ¿Tienes planes para hoy?
—Sí, estaré ocupada estos dos días, pero antes iré a verte. Quiero hablar contigo de algo.
—Bien, te espero entonces —dijo Fabián—. No olvides desa