Ximena asintió:
—¿Tú también estás contando los días?
Simona se tocó el pecho:
—¡Es que estoy nerviosa! Le pregunté al ginecólogo y me dijo que el segundo parto suele adelantarse. Como aún no hay señales, estoy tan preocupada que casi no puedo comer ni dormir.
—Ay, tú,— Ximena sonrió y negó con la cabeza. —Te quejas de que ellos desgastan los libros de embarazo, pero en realidad estás mil veces más preocupada.
Simona rió y puso su mano en el vientre de Ximena:
—Es que quiero conocer pronto a nuestro bebé. Al fin y al cabo, será el niño que adoptaremos.
Justo al decir esto, Ximena se detuvo de repente. Se tocó el vientre y frunció el ceño.
Simona la miró confundida:
—¿Xime?
Ximena bajó la mirada rígidamente y vio un líquido deslizándose por sus piernas.
Agarró el brazo de Simona mientras sentía punzadas de dolor en el vientre:
—Simona, ¡llama a una ambulancia!
Simona abrió mucho los ojos y alzó la voz:
—¡¿Se rompió la fuente?!
El grito de Simona llegó hasta Alejandro y Mariano, qu