Los ojos de Carolina parpadearon un momento, sonrió:
—Juan está dispuesto a reconciliarse contigo. Vino temprano en la mañana con regalos. Estrella, Juan realmente se preocupa por ti. Además, él explicó que esa mujer de la que tenías sospechas es solo su asistente, a él no le gusta para nada. Ya no te enojes más con él.
Estrella escuchó sus palabras, frunció sus delicadas cejas.
No estaba bien. Nada estaba bien.
¿Mensajes?
¡Juan dijo que ella le había enviado mensajes anoche!
Estrella comprendió de repente. Soltó la mano de Carolina que había estado agarrando, sacó su teléfono, y justo cuando iba a revisar los mensajes, Carolina extendió la mano y bloqueó su vista.
—Estrella, no mires el teléfono mientras comes, es malo para la salud.
Dijo suavemente, pero Estrella pudo ver la culpa en su rostro, frunció aún más el ceño.
—Mamá, ¿de qué tienes miedo?
—No, no tengo miedo de nada. Solo quiero que te concentres en desayunar.
—Comeré después.
Estrella se dio vuelta y volvió a abrir su teléf