Después de decir esto, se volteó para irse.

—Si quieres terminar, arrodíllate y pídele perdón a Diana, entonces accederé.

La voz sombría de Juan llegó desde atrás. El cuerpo de Estrella no pudo evitar temblar, sus oídos zumbaron. Se volteó a mirarlo, sus ojos transparentaban incredulidad:

—¿Qué dijiste?

—Antes golpeaste a Diana, te pido que te arrodilles y le pidas perdón. Si quieres terminar, te complaceré.

Lo repitió, su voz fría hasta los huesos.

Los ojos de Estrella se enrojecieron ligeramente, toda la sangre en su cuerpo se congeló.

Apretó los puños, su voz tensa:

—Juan, eres un desgraciado.

La estaba humillando deliberadamente frente a tanta gente.

Nunca habría pensado que él llegaría tan lejos, desperdiciando completamente todos los sentimientos de tantos años.

Juan levantó la mirada y vio sus ojos ligeramente rojos, su corazón se contrajo un poco, se arrepintió algo de sus palabras anteriores.

Diana se puso de pie, con una sonrisa suave en el rostro, caminó hacia ella y dijo:

—