Juan se detuvo, Diana caminó rápidamente hacia él.
—Puedo ayudarle a ver la verdad, siempre que el señor Quiroz se endurezca el corazón y actúe conmigo en una obra. Si se prueba que la señorita Zelaya aún lo ama, entonces me iré, nunca apareceré frente a usted, no causaré ningún problema en su vida con la señorita Zelaya. Pero si la señorita Zelaya realmente ha cambiado de corazón, entonces espero que el señor Quiroz también pueda perdonarse a sí mismo, que no siga bebiendo y lastimando su cuerpo.
Juan bajó la mirada hacia ella. Los ojos de la mujer estaban rojos de tanto llorar, una apariencia lastimosa y complaciente que era imposible rechazar.
Había pensado que Diana haría demandas excesivas, que se aferraría a él o lo amenazaría, pero no había ningún cálculo. Al contrario, después de algo que la había lastimado tanto, aún pensaba en él en todo momento.
Esta pureza y bondad hizo que su corazón se sintiera aún más culpable e inquieto.
—Está bien.
Respondió en voz baja.
Diana sonrió e