Giana giró la cabeza para mirar, preguntó confundida:

—¿Ahora los requisitos para los repartidores son tan altos? ¿No solo tienen que ser altos y guapos sino también usar traje?

Había pedido desayuno para que se lo entregaran, así que pensó que el hombre con las cajas de comida frente a ella era el repartidor que había llamado.

Miguel se sonrojó un poco, habló con naturalidad:

—Señorita Morales, soy el asistente del señor Quiroz. Nos vimos varias veces ayer, ¿lo olvidó?

Ahora fue el turno de Giana de sentirse incómoda.

—Lo siento mucho, tengo prosopagnosia, no lo reconocí de inmediato.

—No se preocupe, es que tengo una cara muy común.

Miguel habló con humor, aliviando la incomodidad de Giana, luego miró a la persona en la cama del hospital, su tono se volvió más respetuoso.

—Señorita Zelaya, el señor Quiroz recibió una llamada del hospital informando que había despertado, me pidió que le trajera comida. El presidente dijo que vendrá a verla cuando termine su reunión.

Giana inmediatamen