Joaquín frunció los ojos con ira:
—¡No creas que no sé que afuera conociste a un viejo, y que incluso lo llamas tío! ¡Realmente has hecho perder toda la cara a los Zelaya!
Estrella frunció el ceño, dándose cuenta de que el viejo del que hablaban era Daniel.
Se sintió aliviada en su corazón. Por suerte en ese momento lo había marcado como tío y no por su nombre, si no le habría traído problemas al tío.
Joaquín al verla callada, pensó que realmente había tal cosa, habló con voz grave:
—Ya le pedí a Lucas que borrara todos sus contactos, en el futuro no puedes volver a contactarlo. Además, esa competencia de piano, tampoco puedes participar. Te quedarás obedientemente en casa, esperando a casarte.
Estrella apretó los puños, sus ojos brillando con luz fría:
—Ya dije que no me caso. Las cosas que quiero hacer, tú no tienes derecho a interferir.
—¡Si te atreves a desobedecerme te romperé las piernas!
Joaquín abrió los ojos furiosos, un destello de crueldad pasó por sus ojos.
—Muy bien, enton