23
Rosaura:
Sabía que aquello iba a ser duro, enfrentarme a mis fantasmas del pasado en aquella cafetería, pero necesitaba hacerlo, cerrar esa etapa de mi vida de una vez, permitirme a mí misma ser feliz, ser fiel a lo que sentía.
A cada paso que daba, con aquella falda de raso, con mis botas marrones, y una blusa blanca de topitos grises, sentía que Carmen me iba dando fuerzas para afrontarme a ello. Siempre estaba conmigo, nunca me abandonaba, mi preciosa niña.
La amaba, a pesar de que ya no estuviese entre nosotros.
Llegué antes que Pablo, así que me senté, pedí un capuchino con nata, y una palmera de huevo que tenía una pinta excepcional. Pensaba darme un caprichazo.