30.- Destrozada.

Rosaura:

Hacía calor, el sol incidía en mi piel, tostándola, mientras escuchaba a Carmen contándole a su padre sobre la forma correcta de colocar los manguitos para que se los colocase a su primo Pedro, este parecía estar siguiendo sus instrucciones, pues al cabo de un rato rompió a reír, y le dio un sonoro beso a su progenitor.

Un sonido infernal que no parecía salir de ninguna parte inundó aquella playa, un maldito teléfono móvil.

¡Aush! ¡Apáguenlo ya! ¡Yo quiero seguir durmiendo!

¿Durmiendo? ¿Aquello era un sueño? ¿Y dónde estaba mi preciosa ardillita?

Muerta – me recordé a mí misma, justo cuando ese sonido se apagó – esparciste sus cenizas en el mar hace unos meses, ¿recuerdas?

Mierda, más en aquel momento, quer&iacut

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