Peligro.
Nada jamás es lo que parecerá a primera vista. Los ojos son grandes cómplices del misterio y del engaño.
— G
Esto no puede estar pasando.
Creo susurrar entre dientes. Mi cabeza la siento explotar y un zumbido se hace dueño de mis oídos, por momentos todo lo que logro ver a mi alrededor es oscuro. Poco a poco mi vista se adapta y pasa de ser una muy borrosa a una, al menos, aceptable para poder reconocer dónde estoy y sobre todo, con quién.
Logro identificar dónde me encuentro, alzo mi vista al cielo y quedo estupefacta y sorprendida, de improvisto un terror invade todo mi cuerpo haciéndome sentir un horrible escalofrío.
Todo está en negro y hay cenizas alrededor.
El lugar dónde estábamos pasó de ser un lugar hermoso, pacífico y brillante a casi un lugar muerto.
¿Dije estábamos? — Me repito y hago memoria.
Titania.
La madre de Alejandro estaba conmigo.
Me siento, llevándome una de las manos a mi cabeza para equilibrar el peso y ayudarme a no irme de lado pero es algo difícil, cualquier