Traición Bajo la Luz de Luna
Traición Bajo la Luz de Luna
Por: Sylva.G
Capítulo 1
Mi familia fue atacada por lobos renegados cuando entramos en su territorio. Mi loba estaba gravemente herida y, al final, fui yo quien salvó a todos.

Cuando me desplomé, agotada, nadie se acercó a mí, en cambio, todos corrieron hacia mi hermana adoptiva, Fiona, preocupados por unos pocos arañazos superficiales que ella tenía.

Para cuando los miembros de la manada me llevaron a la enfermería, la curandera dio la cruel noticia: mi loba había resultado herida por una daga de plata y el cachorro de un mes que llevaba en mi vientre no sobreviviría. Sin embargo, mi compañero, Luke, le había dado a Fiona el único tratamiento que salvaba vidas.

Sin tener otra opción, rechacé los remedios de la curandera y alivié el dolor de mi loba con hierbas medicinales, sabiendo que solo viviríamos tres días más.

En esos últimos días, lo dejé ir todo.

Le di a Fiona todas mis posesiones y el dinero del seguro mientras mis padres sonreían aprobándolo.

Firmé el acuerdo para romper el vínculo con Luke, el cual, sin dudarlo ni un momento, me lo pasó por encima de la mesa. Luke estaba satisfecho, creyendo que yo era considerada.

Por otro lado, Kane, mi hermano, asintió con la cabeza cuando le dije que le diera mi habitación a Fiona.

Incluso mi hijo, Jim, chilló de alegría cuando le pedí que la llamara “mamá”.

Nadie se preguntó por qué le daba todas mis pertenencias a Fiona, en cambio, sus miradas de aprobación lo decían todo: “Bien, la vieja Emma ha vuelto”.

Pero a medida que el reloj avanzaba, un pensamiento me perseguía: “Cuando encuentren nuestros cuerpos, el de mi loba y el de mi cachorro no nacido, ¿esa satisfacción se convertirá en arrepentimiento?”

***

Me obligué a tragar las amargas hierbas bajo la atenta mirada de las curanderas.

Tres días, eso era todo lo que me quedaba de vida.

Después de tragármelas con dificultad, me arrastré hasta la habitación de Fiona y ahí los encontré, mi padre le estaba pelando unas manzanas con esmero, mientras mi madre la miraba y sonreía cálidamente. Estaban riendo, compartiendo alguna broma privada, mientras sus caras estaban iluminadas por el afecto.

Luego me vieron y sus sonrisas se tornaron gélidas, hasta que finalmente dejaron de reír. .

—Emma —La voz de mi padre era como la hoja de un cuchillo, afilada e implacable —, ¿sigues fingiendo estar enferma? Sabemos la verdad: nunca estuviste enferma. ¿Vienes aquí solo para volver a atormentar a Fiona?

Mi madre retorció los labios en una expresión de disgusto mientras me señalaba con el dedo y decía: —Siempre has estado celosa de Fiona. ¿Cómo te atreves a robarle la oportunidad de tratamiento? Nunca imaginé que mi propia hija pudiera llegar tan bajo, tramando algo así en contra de su hermana adoptiva como una vil villana.

—No importa qué trucos uses, Fiona siempre será mejor que tú.

—En nuestros ojos, ella ya ha ganado.

Al oír las palabras de mi madre, mi mirada se posó en Fiona, la cual tenía los labios retorcidos en una sonrisa engreída y triunfante, una sonrisa que mis padres no vieron.

Una amarga carcajada escapó de mí, mientras pensaba: “¿Cuántas veces había escuchado aquellas palabras?”

Antes, hubiera luchado en contra, habría gritado que Fiona era la manipuladora, la malvada, la que los estaba engañando a todos, pero ya no lo haría más.

¿Para qué? De igual forma, nunca me creerían.

Luego mi padre habló:

—Emma, necesitamos hablar.

Forcé una sonrisa y respondí: —Por supuesto, padre. De hecho, yo también tengo algo que decir.

—He decidido traspasarle mis empresas a Fiona. Después de todo... ella las ha querido desde hace mucho tiempo.

Al escuchar mis palabras, la habitación se quedó en silencio.

Mi padre endureció su expresión y los ojos de mi madre se abrieron de par en par, mientras que una sombra de sospecha cruzó por su rostro.

—¿Cómo supiste...?

Comenzó a decir mi padre, pero se detuvo y luego agregó: —Entonces... ¿estás de acuerdo?

Asentí con la cabeza.

Por supuesto que estaban sorprendidos, ya que durante años, me habían rogado, exigido e incluso forzado a entregar todo lo que había construido, mientras Fiona los miraba con esos ojos engañosamente dulces.

Pero en aquel momento... nada de eso importaba.

—¡Oh, Emma! —La cara de mi madre se iluminó.

—Has tomado la decisión correcta. Fiona es mucho más capaz que tú. Ella es muy lista y talentosa. Tus empresas prosperarán bajo su mando —dijo mi madre.

En ese momento, la puerta se abrió de golpe.

—¡Espera! ¿Qué? ¿Escuché bien?

Indagó Kane mientras entraba con grandes zancadas, sujetando un ramo con las flores favoritas de Fiona. La mirada de Kane se posó en mí, con una intensidad que no había anticipado.

—Ella está de acuerdo —dijo mi padre, con un brillo de orgullo en los ojos.

—Finalmente —Kane soltó el aliento, como si yo fuera la irrazonable desde el principio.

Sin echarme otro vistazo, él se giró hacia Fiona y le entregó las flores mientras le decía: —Felicidades. Siempre supe que superarías a Emma. Naciste para esto.

Dentro de mí, mi loba aulló, era un grito de pura y cruda agonía, pero por fuera... sonreí.

—Aquí está el contrato —dije con voz firme a la vez que deslizaba los papeles hacia Fiona.

—Fírmalo y todo lo que yo tengo será tuyo.

El rasguño de su pluma al firmar fue ensordecedor.

—Oh, Emma —murmuró mi madre, con la voz disfrazada de falsa ternura.

—Estás aprendiendo. Esto es lo que hace la “familia”.

Luego, Kane apretó mi mano y observándome con una mirada tierna, comentó:

—Estoy orgulloso de ti. Es bueno ver que ya no eres tan egoísta.

No pude evitar murmurarle a mi loba: —¿Acaso no es ridículo que mis padres solo me hayan mostrado bondad después de darse cuenta de que lo he sacrificado todo por Fiona?

Kane se negó a hablar conmigo civilmente hasta que descubrió que podía entregarle mis empresas.

“Pero me pregunto, ¿se arrepentirán cuando finalmente se den cuenta de que Fiona los ha traicionado durante mucho tiempo? ¿Llorarán cuando descubran que ya estoy muerta?”

Esa noche, regresé a mi guarida. Luke y Jim estaban riendo juntos, ocupados haciendo helado, el favorito de Fiona: helado de mango.

Ellos no se dieron cuenta cuando entré en el comedor, pues estaban demasiado absortos en su alegría, pero en el momento en que Luke se dio la vuelta y me vio, su sonrisa se desvaneció.

—Emma... ¿Cuándo regresaste? ¿No te ibas a quedar en la enfermería?

No dije nada, pues mi mirada estaba clavada en el helado que tenía en las manos.

El mango, la fruta a la que yo era mortalmente alérgica, pero a su vez era la que Fiona adoraba.

Seis años de unión y él no lo recordó ni una sola vez.

Nunca me había hecho helado, sin embargo, ahí estaba, aprendiendo una nueva habilidad... por ella.

En ese momento, un recuerdo surgió: el mes pasado, Jim me había pedido que le hiciera un pastel de mango. Yo había soportado la picazón, la erupción ardiente y la garganta hinchada, solo por hacérselo.

¿Y qué dijo?

—¿Puedes dejar de ser tan sensible? ¿Por qué no puedes ser honesta como Fiona?

Me dolía el pecho, pero aún así no me salieron las lágrimas.

Ni el compañero al que me había unido por seis años, ni mi propio hijo, se preocupaban por mí. Ni siquiera lo suficiente como para recordar que podía morir con un solo bocado.

Antes, habría gritado, habría lanzado cosas y exigido respuestas, pero en ese momento... simplemente los pasé de largo.

Pero entonces... Luke me siguió.

Por un instante fugaz, me permití tener esperanzas.

—Emma, necesito preguntarte algo.

Al escucharlo, mi corazón se detuvo, pues nunca antes me había rogado nada.

—Es sobre Fiona.

Y así de pronto... la esperanza se apagó.

—Ella... no está bien —siguió hablando, con voz temblorosa.

—Los lobos renegados la dejaron traumatizada. Ella llora todas las noches. La curandera dice... que la única manera de curar a su loba es que encuentre un compañero.

Acto seguido, hubo un momento de silencio y luego...

—Tus padres me pidieron que rompiéramos nuestro vínculo, para que yo la pueda reclamar.

Al oír esas palabras, la ropa se me resbaló de los dedos y cayó al suelo. Me quedé atónita y vacía.
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