Durante estos dos años, Luna siempre se preguntó por qué Benoit, que no era alguien de devolver favores, la trataba tan bien y cuidaba tanto su salud. Al volver a Blancheva, lo entendió. Al pensar en la sobrina enfermiza y muy consentida de Benoit, que necesitaba de ella para sobrevivir, sintió que tenía el control de la situación. Aunque aún no comprendía del todo a Benoit, sabía que, mientras no hiciera nada muy descabellado, él la consentiría.Miraba a Esmeralda con asco, la ponía en situaciones incómodas sin hacerle un gran daño, y nadie podía hacerle nada. ¡Nadie sabía por qué la sobrina favorita de ellos necesitaba su sangre para salvarla! Cuanto más lo pensaba, más satisfecha se sentía, mirando a Esmeralda con una expresión que lo decía todo.
—Esmeralda, ¡Esmeraldita! Después de tanto tiempo, sigues siendo un dolor en el trasero.
Apenas escuché eso, no pude evitar hacer una mueca sin darme cuenta. Luna dio un paso hacia adelante, se agachó y me miró.
—Esmeralda, ahora que